Dougal Shaw
Al tener una visión más general, los robots permitirían una
coordinación más eficiente del trabajo de los rescatistas.
Una columna de humo negro asciende lentamente hacia el cielo en
el este de Londres. Una fuerte explosión destruyó las barreras del Támesis y las
aguas del río comienzan a inundar la ciudad. Las noticias llegan inconexas, una
tras otra. Ahora, una serie de mensajes en Twitter informa de más explosiones y
del colapso de un estadio deportivo en un barrio del sur.
Miles de personas intentan evacuar las zonas afectadas, pero las carreteras
están bloqueadas.
Llegó la hora de poner en acción a los aviones no tripulados.
El profesor Nick Jennings es uno de los principales asesores científicos del
gobierno que diseñó este escenario ficticio como parte de un proyecto de
investigación. Jennings está convencido de que la clave para controlar un
desastre a gran escala radica en la acción coordinada del hombre y la
máquina.
El sistema que el investigador está poniendo a prueba y que estará listo el
año próximo permitirá desplegar equipos de aviones no tripulados para ayudar a
los servicios de emergencia desde el aire, con un mínimo de supervisión
humana.
Reacción instantánea
Desde el aire, es mucho más fácil saber qué sucede en el
terreno, dice Jennings.
Después de estudiar desastres reales como por ejemplo el terremoto de Haití
en 2010, Jennings descubrió que la mejor manera de responder a una situación
caótica como ésa es distribuir eficientemente las tareas y los recursos. Y, las
personas en el terreno, no están siempre en la mejor posición para tomar estas
decisiones de vida o muerte.
"Las personas pueden hacer cosas como completar un mapa en blanco de acuerdo
a lo que ven, que es lo que pasó en Haití", señala Jennings.
"Pero queremos añadirle a eso la información que pueden aportar los vehículos
autónomos que sobrevuelan el área y que tienen una imagen más completa que la
que se tiene desde el terreno. Estos vehículos pueden reconocer dónde se
necesitan más rescatistas y a dónde deben dirigirse los recursos".
Mediante el sistema que propone Jennings, los aviones no tripulados se ponen
en funcionamiento apenas ocurre la tragedia para monitorear lo que ocurre desde
el aire.
Así, los robots pueden enviar información de forma inmediata a los
socorristas en tierra y estos a su vez les pueden solicitar los datos que
necesitan por medio de dispositivos electrónicos portátiles.
Pueden preguntar, por ejemplo, cuán estable es el techo de un edificio antes
de ingresar a buscar víctimas.
"Además podríamos tener robots en el terreno para entrar en zonas demasiado
peligrosas para los seres humanos", apunta el investigador.
Jennings y su equipo están tratando también de buscar la manera de integrar
al sistema la información que los miembros del público puedan enviar desde sus
teléfonos inteligentes.
Tecnología en auge
Los usuarios de teléfonos inteligentes podrían aportar
información para ayudar a mapear la tragedia desde el aire.
La investigación en torno a las aplicaciones no militares de la tecnología de
los aviones no tripulados está en auge. Existen muchas empresas que están
tratando de desarrollar aplicaciones comerciales.
El precio de estos aviones ha caído dramáticamente hasta el punto de que
muchos invierten en ellos como un hobby.
Algunas personas los han adaptado para que puedan seguir un recorrido
determinado. Así, los usan para sus propias necesidades, como por ejemplo
monitorear el estado de la vida silvestre en una zona determinada o la situación
en un campo o una granja.
Pero lo interesante del proyecto de Jennings es que sus aviones están
diseñados para volar en escuadrones y para modificar sus patrones de vuelo de
forma inmediata de acuerdo a la información que reciben desde el terreno, sin
necesidad de intervención humana.
Estos equipos de aviones no tripulados para patrullar zonas de desastres han
sido puestos a prueba en Sídney, Australia.
Estas naves cuentan con seis aspas rotatorias y tienen menos de un metro de
ancho.
Durante las pruebas, las naves vuelan como una unidad que debe cumplir una
serie de tareas que se le ordenan desde tierra. Lo que los científicos están de
hecho evaluando son los algoritmos matemáticos que controlan el movimiento
conjunto de estos aviones.
Los aviones no tripulados tienen la capacidad de improvisar sus
vuelos, así como recibir y enviar información a los rescatistas.
Si las pruebas resultan exitosas, estos algoritmos dirigirán las naves para
que puedan ubicarse en la posición óptima para recabar la información requerida,
y distribuir la ayuda de la mejor manera posible.
Estos algoritmos ya han sido probados en programas de computadoras como el
Simulador de Rescate RoboCup, que simula catástrofes humanas en las que la gente
debe abandonar pueblos y ciudades.
"El próximo paso", dice Jennings, "es simular un desastre en un espacio
abierto, con actores que puedan interactuar con los robots".
Esta prueba se llevará a cabo en octubre y el sistema estará operativo en
alrededor de 18 meses.
Según Jennings, varias fuerzas policiales han mostrado interés en esta
tecnología y el investigador espera que en breve tanto gobiernos como
organizaciones no gubernamentales hagan lo propio.
Así que si en el futuro usted tiene la mala suerte de hallarse en medio de
una zona afectada por un desastre natural o un atentado terrorista, si ve un
robot sobrevolando el área, siéntase aliviado: la ayuda está más cerca de lo que
usted pensaba.
Fuente: bbc.co.uk
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