Arturo Wallace
Rosa Elvira Cely fue violada y empalada en
un parque de Bogotá.
Miles de mujeres se reunieron este domingo
en el Parque Nacional de Bogotá para gritar "¡Nunca más!" en el mismo
lugar donde Rosa Elvira Cely gritó pidiendo ayuda sin que nadie la escuchara.
Cely, de 35 años, fue brutalmente violada
y golpeada en la madrugada del jueves 24 de mayo, y luego abandonada a la
orilla del riachuelo que pasa por el parque.
Cuatro días después falleció en un
hospital capitalino, sus entrañas destrozadas por la rama de árbol que sus
atacantes emplearon para penetrarla.
Y los detalles del caso -el ensañamiento
de sus violadores; el tiempo que tardaron los servicios de emergencia,
alertados por una llamada de la misma Cely, en encontrarla; la decisión de no
trasladarla al hospital más cercano- parecen haber generado una oleada de
indignación sin precedentes en un país que, sin embargo, no es ajeno a este
tipo de casos.
"En Tumaco, que es
una región en el Pacífico colombiano, en este momento el empalamiento lo
utilizan los paramilitares; ha sido una práctica utilizada por los
paramilitares en muchas regiones del país", le dijo a BBC Mundo la
directora de la ONG Casa de la Mujer, Olga Amparo Sánchez.
"En lo cotidiano hay otros casos tan aberrantes como éste, mujeres a
las que las descuartizan y las dejan tiradas en el campo o las tiran al
río".
"El horroroso crimen cometido contra Rosa Elvira es como el resumen de
los múltiples crímenes que se cometen en este país contra las mujeres",
agregó.
"Nunca ocurre
nada"
Hay, sin embargo, una importante diferencia que podría terminar haciendo la
diferencia.
Un problema cotidiano
Según el Instituto Colombiano de Medicina Legal, 1.215 mujeres fueron
asesinadas en Colombia durante 2011: un poco más de tres al día.
Y, en lo que va de este año, las muertes violentas de mujeres ya suman 491,
de las cuales al menos tres corresponden a casos de violaciones brutales
comparables con la de Rosa Elvira Cely.
En 2011, Medicina Legal también realizó 17.000 exámenes por presunto abuso
sexual a mujeres, para un promedio de 46,5 al día.
La verdadera dimensión de la violencia sexual, sin embargo, es
probablemente mayor, ya que muchos casos nunca llegan a conocimiento de las
autoridades.
""Lo que pasa en la capital tiene mayor impacto que lo que pasa
en un pequeño pueblo de este país", explicó Sánchez.
"Y el horrorosos crimen de Rosa Elvira tiene que abrir en este país
una discusión muy seria sobre si la sociedad colombiana está interesada en
proteger la vida de las mujeres, a considerarla sujetos de derecho", le
dijo a BBC Mundo.
El plantón del domingo en el Parque Nacional, que está supuesto a repetirse
en otras ciudades del país, es, en ese sentido, un primer paso.
Pero el reto para las organizaciones de mujeres, y en general para la
sociedad colombiana, es lograr que la actual indignación no se desvanezca antes
de haber conseguido cambios importantes. Y Colombia es un país que a menudo
parece saltar de indignación a indignación sin encontrar el tiempo para
apuntalar un proceso sostenible de cambio.
"La gente se indigna pero nunca ocurre nada", reconoció Sánchez.
"Por ejemplo, cuando el entrenador de la selección Colombia (de
fútbol), el "Bolillo’, golpeó a una mujer hubo también un gran repudio, el
presidente se pronunció, la consejera para la mujer se pronunció, la sociedad
también, y las cosas no cambiaron", dijo la directora de la Casa de la
Mujer.
"Hace unos cuatro o cinco años una mujer de la alta sociedad de
Barranquilla fue golpeada brutalmente por su compañero, hubo repudio, empezó un
proceso jurídico, pero la presión de ambas familias fue tan grande que la
señora terminó volviendo a vivir con él", recordó.
Los cambios necesarios
Por lo pronto, las autoridades bogotanas reaccionaron al caso de Rosa
Elvira Cely anunciando la creación de una nueva "Unidad de Respuesta
Inmediata" de la policía y la fiscalía, que se encargará de atender las
denuncias de grupos vulnerables.
Indignación como motor
de cambio
Que la indignación puede ser el motor de cambios importantes lo comprueba
el caso de Cari Lightner, quien murió a los 13 años de edad luego de ser
atropellada por un conductor en estado de ebriedad que ya había sido condenado
varias veces por manejar borracho.
Fue su muerte en esas circunstancias la que llevó a su madre, Candance
"Candy" Lightner, a fundar la organización "Madres contra los
conductores borrachos" (MADD, por sus siglas en inglés) en 1980.
Y MADD resultó instrumental para la transformación de las actitudes sobre
el problema de la conducción en estado de ebriedad en Estados Unidos, logrando
elevar la edad legal para consumir alcohol en EE.UU. a 21 años y consiguiendo
la aprobación de más de 500 leyes federales y estatales que endurecieron las
penas en contra de conductores borrachos.
El alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, prometió además una restructuración
del número de emergencia (123) para garantizar una respuesta más efectiva a las
solicitudes de ayuda.
Y en un país marcado por la impunidad, en el que las mujeres víctimas de la
violencia sexual pocas veces ven hacerse justicia, fue el propio presidente
Juan Manuel Santos el que se encargó de anunciar el arresto de uno de dos
sospechosos de la violación de Cely el viernes.
Para Sánchez, sin embargo, los cambios necesarios tienen que ser mucho más
profundos.
"Se han generado nuevas formas de violencia en contra de las mujeres
que, a nuestra manera de ver, tienen que ver con los mayores niveles de
autonomía y libertad (que éstas han conseguido)", dijo Sánchez, poniendo
como ejemplo el aumento en el número de ataques con ácido.
Y, para Sánchez, esa violencia el resultado de una cultura en la que se
asume que el cuerpo de las mujeres "es un cuerpo que se puede coger,
tomar, violar, porque los varones tienen poder y derechos sobre ese
cuerpo".
En ese contexto, para la directora de la Casa de la Mujer los cambios
necesarios deben incluir también al sistema educativo y a unos medios de
comunicación "que necesitan cuestionarse como a través de pautas
publicitarias y el manejo de la noticia contribuyen a ese simbólico de que el
cuerpo de las mujeres es un objeto que se toma, se deja, se bota y se
usa".
Y para lograr un cambio se requiere también de sanciones efectivas, tanto a
nivel social como dentro de un sistema de justicia que acostumbra tratar los
delitos en contra de las mujeres como "delitos de segunda clase".
"Nosotros vamos a seguir luchando porque eso sea así, porque la esperanza
es lo ultimo que se pierde", dijo Sánchez.
"De hecho, no podemos seguir diciendo que lo que se necesita es que
las mujeres denuncien, porque las mujeres están denunciando, y la denuncia le
significa a veces a las mujeres la vida".
"Estamos de luto, pero nuestro luto no significa silencio",
concluyó.
Fuente: bbc.co.uk
No hay comentarios:
Publicar un comentario