El contrato en el que Steve Jobs y sus socios fundaron Apple en 1976 se ha vendido en Nueva York por 1,2 millones de euros (1,5 millones de dólares), cifra que lo convirtió en la estrella de una puja organizada por Sotheby's y en la que se subastó también la colección privada del escritor Raymond Chandler (1888-1959).
El documento por el que Jobs, Ronald Wayne y Stephen Wozniak fundaron la popular firma tecnológica el 1 de abril de 1976 encontró un comprador dispuesto a pagar un total de 1.594.500 dólares, muy por encima de la valoración inicial entre 100.000 y 150.000 dólares de la casa de subastas.
Por 1,59 millones de dólares el comprador se hizo con un lote que contenía, además del contrato de creación de Apple, otro documento fechado tan solo 11 días después y con el que Wayne se deshacía de sus acciones en la nueva compañía a cambio de 800 dólares.
La casa de subastas Sotheby's ofrecía 353 lotes de libros, cartas, manuscritos y curiosidades que abarcaban los últimos cinco siglos de cultura occidental y sus protagonistas, desde Cervantes a Steve Jobs.
Precisamente con Cervantes se calentaba la puja (que aún está en marcha y se ha dividido en dos partes), cuando una edición de 1611 de Don Quijote alcanzaba los 23.000 dólares. Poco después una edición original de El origen de las especies de Darwin se vendía por 95.000 dólares, una cifra nada desdeñable para un país que todavía duda entre enseñar en las escuelas la teoría de la evolución u ofrecerle a los niños únicamente la versión cristiana del origen del hombre. Entre las curiosidades también se subastaba un manuscrito con poesías desconocidas de Tagore, que se colocó por 140.000 dólares, y un telegrama en el que se anunciaba el hundimiento del Titanic y que finalmente se vendió por 70.000 dólares.
Pero con la muerte reciente de Steve Jobs, fundador de Apple, se preveía que iba a ser el contrato fundacional de esa empresa el que provocara la lucha más agresiva. El hombre que supo transformar por segunda vez en su historia el teléfono en objeto de deseo y en imbatible negocio sigue muy presente en las mentes de sus admiradores.
En cuanto a la oferta de libros y manuscritos de Raymond Chandler, los amantes de la novela negra tenían mucho donde elegir: la colección subastada en Sotheby's es la mayor y más importante que llega al mercado, no en vano pertenece a una de las hijastras del escritor. Pocos años antes de su muerte Chandler se enamoró de su secretaria, Jean Vounder-Davis, treinta años más joven que él. Una de las hijas de Jean es la que ha decidido donar esta exquisita colección que incluye dos copias dedicadas de su primera novela, El sueño eterno. La primera de ellas, vendida por 254.500 dólares, tiene una dedicatoria para su primera esposa, Cissy. Cuando ambos se conocieron a principios de los años veinte ella estaba casada pero decidió divorciarse para unirse a Chandler. Por aquel entonces el escritor aún trabajaba como ejecutivo en una empresa petrolera pero perdió su trabajo debido a sus excesos con el alcohol. Fue así como en 1930 decidió sentarse a escribir su primer libro, El sueño eterno, con el que nació el detective Philip Marlowe, cuyas aventuras pueblan muchos de sus libros y que también dio el salto al cine, interpretado entre otros por Humphrey Bogart. La segunda copia que se subasta del mismo libro Chandler se la dedica a sí mismo con esta frase: "Para mí, sin mis cumplidos. Raymond Chandler, Riverside, Feb 1939".
Además la colección permite también curiosear en las relaciones de trabajo y amistad del escritor. Uno de sus grandes amigos fue Ian Fleming. El creador del agente 007 le dedica una primera edición de Goldfinger "con cariño", mientras que en otra primera edición deDesde Rusia con amor se pueden leer las calificaciones que Chandler le da a otros libros de Fleming. En la subasta también hay un libro del autor de El cartero siempre llama dos veces James M. Cain, titulado Three of a kind, en el que este agradece a Chandler su trabajo en el guión de Perdición, de Billy Wilder, el primero que firmarían juntos y con el que arrancarían una serie de fructíferas colaboraciones para la gran pantalla.
También se subastaba una copia del guión de La dalia negra y otro de Extraños en un tren, el último en el que trabajaría. Hitchcock se lo encargó pero tras enterarse de que Chandler, a sus espaldas, le llamaba "gordo bastardo" decidió despedirlo aunque el grueso del trabajo ya estaba hecho. Por tanto, su nombre aparece en los créditos del filme como guionista principal.
Fuente: elpais.com
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