Avelino Soto Ugalde
Profesor
La crisis económica y financiera que vive el mundo, en gran medida es consecuencia de la mala administración y aplicación que de los recursos públicos ha hecho la clase política, a nivel de casi todos los países de la tierra.
De las protestas masivas –especialmente juveniles–, de estos últimos tiempos en diversos países, así como del análisis de las demandas que enarbolan esos movimientos, se concluye que la mala administración de los recursos públicos generó grandes rezagos. Las víctimas son precisamente las inmensas masas marginadas que se debaten en profundos atrasos, a consecuencia precisamente de la mala administración y aplicación de los recursos financieros por parte de los gobernantes en turno en muchos países.
Por ejemplo, algunos gobernantes en los países árabes han sido depuestos por sus pueblos, hartos de la marginación en que se les mantiene, no obstante la gran riqueza petrolera de que la naturaleza ha dotado a esos países.
De muchos de esos pueblos, a pesar de flotar en petróleo, ni siquiera se puede decir que cuentan con una gran infraestructura educativa, de salud, de vivienda, etc. En cambio, sí se ha impulsado el desarrollo de una gran infraestructura de oropel y apetecida por el lujo: grandes rascacielos, centros lujosos de recreación para las capas pudientes de esas sociedades y el turismo, etc. generando espantosos cinturones de miseria que después se interesan en ocultar. Las inversiones para la atención, el impulso y crecimiento en todos los aspectos de los recursos humanos, no han sido una prioridad como debiera de ser, debido a que casi a todas las capas gobernantes les interesa el impacto político, el lucimiento personal como gobernantes para la proyección futura.
La capa gobernante de nuestro país no puede ser la excepción, ni a nivel nacional, ni local. Históricamente, sus preocupaciones se ubican en otros rubros de la administración pública y política, menos en invertir lo suficiente en el desarrollo y atención de los recursos humanos.
Se pierde de vista que la mayor y mejor riqueza de cualquier país, son sus recursos humanos, pero sin brindarles las posibilidades de desarrollo, de crecimiento fundamentalmente intelectual y físico, poco pueden hacer por sí mismos.
Claro que propiciar el crecimiento de los recursos humanos implica invertir en infraestructura de todo tipo, pero siempre con la tendencia a favorecer el desarrollo de estos recursos en general y sin brizna de interés por favorecer a determinado sector o grupo.
La conflictiva situación social que estamos enfrentando, local y nacionalmente, es producto de la desatención de esa gran riqueza de nuestra comunidad que son los recursos humanos. Los setenta mil o más jóvenes llamados “ni-nis”, no son producto de la casualidad, sino del descuido y de la marginación de que han sido víctimas.
Se han invertido muchos recursos sí, pero con otra orientación. No ha sido una prioridad brindar el máximo de posibilidades de bienestar y desarrollo a quienes vivimos en este a ciudad, pero fundamentalmente a las jóvenes generaciones. Debido a ese descuido, es que numerosos elementos de ese sector engrosaron las filas de la delincuencia organizada y de las bandas de narcotraficantes, para después convertirse en estadísticas.
Ahora que en la sesión del lunes 12 de diciembre acaba de aprobarse por parte del Cabildo la aceptación de un crédito por 2 mil millones de pesos para un proyecto de pavimentación masiva, es necesario que la comunidad esté vigilante de la aplicación de esos recursos, teniendo presente que casi la totalidad del pavimento de la ciudad ya agotó su vida útil. La casi totalidad de las principales vialidades urbanas, son puros baches, la inmensa mayoría de las calles que alguna vez tuvieron pavimento, hoy son prueba de un tiempo mejor, etc.
Si bien es cierto que las necesidades de pavimento son enormes y se dan por todos los rumbos de la ciudad, no lo es menos el hecho de que la aplicación de esos importantes recursos por su monto, tienen que ser aplicados con un amplio sentido social, es decir, priorizando debidamente las necesidades, y sin olvidar que todo lo que se haga en infraestructura urbana sea para beneficio de la gran mayoría de los habitantes de la localidad.
Ninguna autoridad del nivel que sea, debe perder de vista que su prioridad y por encima de lo que se proyecte y realice, debe tener como fin propiciar el desarrollo y crecimiento de los recursos humanos. Solamente así se justifica la obra de gobierno.
Fuente: diario.com.mx
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