INMA ZAMORA / Madrid
La también llamada «banca con valores» gana cada día más seguidores, cansados del modelo tradicional y dispuestos a buscar alternativas para sus ahorros
Resulta cuanto menos paradójico que las palabras banca y ética tengan cabida en la misma frase, sobre todo en una etapa en la que el sistema bancario aparece como uno de los principales culpables de la coyuntura actual marcada a fuego por la crisis, el déficit y los recortes, y en la que el banquero ha pasado a convertirse en uno de los actores más demonizados del deteriorado panorama económico.
Pero sí, existe la banca ética o al menos dicho concepto. De hecho, la también denominada «banca con valores» lleva años abriéndose paso en el actual entramado financiero atrayendo, en su mayoría, a clientes desencantados con la banca convencional y que han decidido buscar alternativas, así como aquellos que simplemente han decidido sacar unrendimiento más social y menos económico a su dinero.
Triodos Bank es una de las entidades que copa el negocio de la banca ética en España. Presidida por Esteban Barroso, se autodefine como una «institución independiente que solo financia empresas e iniciativas que, además de ser rentables, mejoran la calidad de vida de las personas y respetan la naturaleza». Como reza en su descripción, y dado que no deja de ser un banco, el modelo de banca ética busca ante todo la rentabilidad, aunque se impone unos rígidos principios éticos que regulan su actividad.
Esteban Barroso aclara que Triodos es una «institución financiera como cualquier otra, supervisada por el Banco de España y por los mismos organismos que rigen al resto de entidades», aunque con una política en la que «los valores priman sobre el beneficio económico, buscando la rentabilidad, pero sin perseguir la maximización del beneficio». Como Triodos,FIARE, Coop57 o IDEAS son algunos de los organismos que apuestan también por este sistema y que consideran que «puede cambiar la economía como la conocemos».
La incertidumbre es una constante a la hora de hablar sobre banca ética. Resulta dudoso, por ejemplo, que una entidad deje como secundario el objetivo de ampliar capital y maximizar beneficios por cuestiones puramente éticas.
Barroso, sin embargo, aclara que su entidad prefiere dejar de lado la maximización para alcanzar un modelo que «busque mejorar la calidad de vida» e invertir el dinero únicamente en «proyectos que aporten valores culturales, medioambientales o de cooperación, aunque con la condición evidente de que tienen que resultar rentables». Marta de la Cuesta, profesora titular de Economía Aplicada en la UNED y consejera de Banca Cívica, aclara que uno de los objetivos de un banco que dice ser ético debe ser la búsqueda de «proyectos de inversión rentables, pero que además tengan un impacto social y ambiental respecto a determinados estándares éticos».
En contra de la opinión establecida, De la Cuesta considera que la maximización del beneficio no debe ser la principal meta para un banco. «El objetivo básico ha de ser generar riqueza para después repartirla, invirtiendo para ello en aquellos proyectos que aunqueno tienen una alta rentabilidad inmediata sí la obtienen a medio y largo plazo y son por ello excluidos en la banca convencional».
¿Está a salvo el dinero?
Otra de las dudas que planean sobre este modelo es la de si realmente podemos fiarnos de un sistema que invierte el dinero de sus clientes en proyectos éticos pero no rentables a corto plazo. «La banca ética es tan segura como cualquier entidad tradicional e incluso podría decir que bastante más», asegura Marta de la Cuesta. «No hay que olvidar que estamos hablando de un banco regulado, que cumple todas las normativas, es supervisado y tiene, por tanto, las mismas garantías que cualquier otro. Aunque las inversiones en determinados proyectos resultaran no ser acertadas el dinero del cliente estaría a salvo». Lo mismo recalca Barroso cuando aclara que «nuestro trabajo consiste en no poner en riesgo el dinero de la gente. La prudencia es determinante en nuestra profesión, es algo en lo que sí somos iguales que el resto».
En el caso concreto de Triodos, la selección de proyectos a los que se destina el dinero se lleva a cabo mediante criterios de exclusión, es decir, el banco se impone aquellas áreas en las que no invertirá el dinero del cliente: el sector peletero o armamentístico son algunos de los vetados. «Primero vemos si el área en la que invertiremos aporta un valor añadido y pasado ese filtro analizamos sus aspectos puramente económicos. No se trata de buscar la rentabilidad donde otros no la ven, sino de trabajar con iniciativas que aporten un valor añadido, aunque otros bancos ya hayan invertido ahí».
La «banca con valores» no ha estado sin embargo exenta de polémica. Hace escasos meses Triodos se vio involucrada en un caso de dudosa ética, al seleccionar como fuente de inversión la «Fundación O´Belén», acusada de violar varios derechos del niño recogidos en laresolución 113/45 de Naciones Unidas. Carlos Céspedes, responsable de cooperación comercial de la Organización de Comercio Justo IDEAS, considera al respecto que «hay cosas que pueden escaparse del control de cualquier empresa, también de la banca. En principio la fundación puede cumplir perfectamente con sus criterios de selección, aunque luego puede utilizar el dinero para otros fines que no sean los previstos».
Cuestión de conocimiento
El hecho de que el cliente pueda decidir dónde va su dinero es otro de los factores que, junto a la crisis económica y la desconfianza en la banca tradicional, ha hecho que la «banca con valores» se haya perfilado como la alternativa al hartazgo ciudadano. Para el responsable de cooperación comercial de IDEAS, movimientos como el del 15-M han contribuido a dar conocer este sistema, pues el desconocimiento es una de las grandes barreras a las que se enfrenta hoy la «banca con valores».
«Cambiar el dinero de banco crea siempre reticencias en este país, sobre todo por el miedo al fraude. Es muy difícil fiarse, pero se trata solo de una cuestión de conocimiento, de saber qué es y en qué consiste la banca ética». «En cuestión de confianza yo me fiaría bastante más de este sistema, ya que huye de la economía especulativa y tiene más garantías».
Las previsiones de futuro son sin duda halagüeñas para la banca ética. Para Marta de la Cuesta, «aunque ahora no se deben hacer previsiones debido a la situación que vivimos, el hecho de que la banca sea sostenible y transparente es ciertamente un valor en alza». Barroso, de la misma opinión, considera que «cada vez hay más personas que empiezan a formularse preguntas y el debate sobre los valores comienza a estar sobre la mesa. Visto esto, ¿podrá algún día la banca ética convertirse en un enemigo real para las entidades convencionales? «Al revés -asegura De la Cuesta- la banca tradicional se sentirá estimulada por este tipo de iniciativas y es lógico que cada vez, con mayor frecuencia, tienda hacia este modelo dejando atrás sus prácticas habituales».
Fuente: abc.es
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