Maria Vassilieva
REstos de cohetes pueden encontrarse por todas partes en los
bosques de la remota región de Altai.
Es muy fácil encontrar chatarra que solía formar parte de
cohetes espaciales en este bosque ubicado en la frontera de Rusia con
Kazajistán. Trozos de brillo metálico de aleación ligera están aquí y allá, en
el pasto y los arbustos.
Los cohetes rusos Protón han puesto en órbita muchos satélites, generando más
de $6.000 millones para la industria espacial del país.
Pero cada vez que se lanza un cohete, los desechos caen en esta zona del este
de Siberia, a cientos de kilómetros del cosmódromo de Baikonur (el mayor y más
antiguo centro de lanzamiento espacial).
Algunos de los trozos desperdigados formaban parte de los tanques que
contenían combustible tóxico.
Por ello, las personas que viven aquí están preocupadas por los posibles
riesgos que esos desechos puedan tener en su salud. Aunque se han hecho pocas
investigaciones sobre el tema, los habitantes locales se sienten afectados.
"Los residuos de los cohetes caen aquí y eso debe estar afectando a la gente
de alguna manera", dice Olga Tadykova, de 46 años. Ella es la pediatra del
pueblo de Karakoksha, en la República de Altai, una región ubicada justo debajo
de la trayectoria de vuelo de los cohetes espaciales.
Los desechos de los cohetes expulsados caen muy cerca de la aldea que Olga
comparte con unos 1.500 habitantes. Los ambientalistas creen que los restos de
los cohetes contienen un combustible altamente tóxico -conocido como
dimetilhidrazina asimétrica (UDMH, por sus siglas en inglés)- que se expande por
la atmósfera y penetra en el suelo y el agua, ocasionando daños a plantas y
animales.
Temores
Marina Lyamkina relaciona el combustible tóxico con la alta
tasa de cáncer en la comunidad.
La doctora Tadykova ha tratado a niños locales durante dos décadas y durante
los últimos años ha notado los mismos síntomas: anemia, alergias, dolor de
garganta y enfermedades de la piel.
"Es posible que la causa sea el medio ambiente", dice. Ella afirma que nadie
se ha dedicado a investigar si existe un vínculo entre los lanzamientos
espaciales y la salud de las personas del área en donde cae la basura
espacial.
La mayoría de los alimentos que los habitantes locales tienen en sus mesas
procede del bosque virgen de la taiga o de sus propios huertos. Hay muy pocas
fuentes de ingresos para la población local. La caza y la recolección de piñones
son las ocupaciones principales de los aldeanos.
"La taiga es todo para nosotros, dependemos de ella y no tenemos más remedio
que ir allí", dice el cazador profesional Piotr Avoshev. Él caza martas para
vender su piel. Y en los últimos años, dice, ha capturado más y más animales
enfermos. Sus pieles, con puntos negros y pelos inusualmente cortos, son
imposibles de vender.
"Podría deberse a los escombros de cohetes y la contaminación química que
producen", dice Avoshev. "No estoy lo suficientemente informado como para
decirlo con seguridad, pero aun así me gustaría saberlo. Puede que sea peligroso
incluso entrar en la taiga".
Casos de cáncer
Dimetilhidrazina asimétrica (UDMH)
- Componente del combustible de los cohetes, altamente tóxico
- Penetra en el suelo, el agua, las plantas y los tejidos
- Puede causar quemaduras en la piel, problemas respiratorios, daños al sistema nervioso central, cáncer
Fuente: Seguridad Química
"Nuestros bosques se han convertido en un vertedero de basura espacial", dice
Marina Lyamkina, de 47 años, vecina de la doctora Tadykova en Karakoksha.
Lyamkina dice que no puede quedarse callada mientras su patria está siendo
contaminada.
"Estas toxinas se acumulan en el suelo y el agua durante décadas. Consumimos
comida y agua envenenada todos los días, y nadie viene a decirnos la
verdad".
Lyamkina cree que vivir en la zona es peligroso. Los habitantes del pueblo,
según ella, sufren de presión arterial alta y dolores de cabeza, y la tasa de
cáncer en la comunidad es inusualmente alta.
"Sentí miedo cuando conté los casos", dice. "Hay alguien con cáncer en todas
las casas. O alguien con un tumor, alguien que ha tenido una cirugía o que ya ha
muerto".
Otra vecina de 76 años de edad, la jubilada Fedosiya Gorbunova, señaló:
"Esconden la verdad sobre el combustible para cohetes, nos envenenan y luego nos
dejan morir aquí, no se preocupan por nosotros".
Gorbunova tuvo 11 hermanos, de los cuales 10 ya murieron de cáncer.
Según ella, al lanzamiento de cohetes le seguía una lluvia que dañaba las
plantas en los jardines de vegetales y que en ocasiones causaba quemaduras en la
piel. Gorbunova sospecha que pudo tratarse de una lluvia ácida.
Investigación
Los locales temen que los químicos tóxicos afecten a los niños
más vulnerables.
Sin embargo, estas afirmaciones fueron rebatidas por Anatoly Kuzin, director
adjunto del Centro de Investigación Khrunichev y el Centro de Producción
Espacial.
"Hicimos una investigación especial sobre el tema. El nivel de acidez en la
atmósfera no se ve afectado por el lanzamiento de cohetes", dijo Kuzin a la
BBC.
Khrunichev es el lugar de nacimiento del cohete Protón y de acuerdo con
Kuzin, "no hay datos que prueben cualquier vínculo entre las enfermedades y la
influencia de los componentes del combustible de cohetes o de la actividad del
espacio de cualquier tipo".
Kuzin también dice que la agencia espacial rusa lleva a cabo investigaciones
a fondo de manera constante y no ha encontrado un nivel significativo de
toxicidad en los bosques de Altái.
Las personas que viven cerca de las áreas en que han caído los restos de los
cohetes desean que esa investigación de la que habla Kuzin se haga pública.
También exigen más exámenes médicos y medicamentos gratuitos para quienes ya
están enfermos.
Mientras tanto, los habitantes de Altái continúan sintiéndose ignorados y
alegan que para Rusia los intereses comerciales y estratégicos son la
prioridad.
Fuente: bbc.co.uk
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