Arturo Wallace
Que Gabriel García Márquez está perdiendo la memoria era, hasta el viernes pasado, una especie de secreto a voces en Colombia, donde el asunto rara vez se discutía en voz alta por respeto a los deseos de privacidad del escritor de 85 años de edad.
La familia de Gabriel García Márquez confirmó que el escritor
padece de demencia senil.
Su hermano Jaime, sin embargo, admitió públicamente que el autor de "Cien
años de soledad" y "Amor en tiempos del cólera" lleva varios años padeciendo de
demencia senil. Y la noticia rápidamente le dio la vuelta al planeta.
La demencia es una enfermedad degenerativa que se traduce en una pérdida
progresiva de la memoria y de la capacidad de pensar con claridad y también
puede provocar cambios de humor y personalidad.
Estos problemas cognitivos pueden afectar a cualquiera de las funciones
cerebrales -además de la memoria-, incluido el lenguaje y la capacida de de
atención.
Y según Jaime García Márquez es un padecimiento bastante común en la familia
del ganador del Premio Nobel de Literatura de 1982.
La revelación se produjo durante un encuentro con estudiantes llegados de
España y toda Latinoamérica, que quisieron aprovechar su paso por Cartagena para
hurgar en los recuerdos del hermano menor de "Gabo".
Y éste terminó contándoles que casi todos los días hablaba por teléfono con
el escritor, que reside en México, para ayudarle a enfrentar la batalla contra
el olvido.
"A mi me ha tocado esa misión, afortunada y a la vez muy dolorosa. Y a veces
lloro, porque siento que se me escapa de las manos", confesó Jaime García
Márquez.
"Pero todavía lo tenemos, podemos hablar con él con mucha alegría y con mucho
entusiasmo, como siempre ha sido", dijo.
Recuerdos
Lo que ya no habrá, según Jaime García Márquez, son nuevos escritos de
Gabo.
Y la enfermedad, que lo ha mantenido alejado del público y de su natal
Colombia, también ha dificultado la comunicación entre el escritor y algunos de
sus amigos, especialmente los que están geográficamente alejados.
"En un tiempo tenía mucha comunicación con él por teléfono, hablábamos casi
todas las semanas. Pero a partir de cierto momento dejó de pasar al teléfono y
ya no quise molestarlo", le dijo a BBC Mundo el también escrito Plinio Apuleyo
Mendoza.
"Y es que me dijo mi ahijado, su hijo, que no reconocía bien a la gente por
teléfono, sólo personalmente. Y Mercedes (su esposa), muy prudente, dice: 'mira
que él está en este momento en la ducha', o 'está durmiendo', cualquier excusa.
Y yo no insisto en hablar con él porque me doy cuenta que lo pongo en
apuros".
La amistad de años entre los dos escritores ha convertido sin embargo a
Mendoza en un gran repositorio de los recuerdos de García Márquez.
De las largas conversaciones entre ambos nació el libro "El olor de la
guayaba". Y Mendoza le dijo a BBC Mundo que está a punto de publicar otro libro
llamado "Aquellos tiempos con Gabo".
"En él, cuento como fue nuestra vieja amistad, como trabajamos juntos.
Estuvimos juntos en París, en los países comunistas, la Unión Soviética.
Estuvimos trabajando juntos en Venezuela, luego en Colombia, en La Habana",
dijo.
"También contiene cartas de él, porque tengo muchas cartas de él, cartas
sobre todo de su obra literaria".
Según Mendoza, antes de saltar a la fama, García Márquez era un corresponsal
prolífico escritor de cartas.
"Pero cuando se hizo famoso ya no volvió a escribir, cuando supo que algunas
cartas eran vendidas a alguna universidad americana, etc.", dijo.
En sus libros
Últimas obras de Gabriel García Márquez
El 29 de octubre de 2010 se publicó el último
libro de Gabriel García Márquez: "Yo no vengo a decir un discurso", una
recopilación de 22 textos del premio Nobel colombiano.
En 2004 se publicó su última novela, "Memorias
de mis putas tristes".
Anteriormente, en 2002, editó la primera parte de su autobiografía "Vivir
para contarla", que ya no contará con una segunda
parte.
Los recuerdos de García Márquez, en cualquier caso, también abundan en su
propia obra literaria.
Y un ejemplo ofrecido por el mismo Mendoza es la novela "El coronel no tiene
quien le escriba".
"Era la época del Gabo pobre. Como el dictador Rojas Pinilla prohibió El
Espectador, que era el periódico del cual él era corresponsal en París, tuvo que
vivir situaciones muy duras", dijo Mendoza, quien para esas fechas era vecino de
Gabo en la capital francesa.
"Siempre estaba esperando algún giro, algún pago, algún cheque. Y se lo
trasladó a su coronel, que siempre está esperando algo".
"Hay muchos elementos basados en su propia vivencia que se los trasladó a los
personajes".
Y luego está el tema de la senilidad, muy presente en la que muchos
consideran la obra cumbre de García Márquez: "Cien años de soledad".
No es precisamente un recuerdo, pero tal vez al saber que la demencia senil
corría en la familia, Gabo decidió adelantarse a su propia memoria.
Esa que ahora intenta conservar con la ayuda de su hermano.
Fuente: bbc.co.uk
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