Veronica Smink
En las últimas décadas muchos argentinos se acostumbraron a un
método muy básico de ahorro: comprar dólares y guardarlos bajo el colchón.
Como le dijo a BBC Mundo la ex ministra de Economía Felisa Miceli
(2005-2007), este sistema se impuso porque los argentinos tienen "memoria
histórica y recuerdan que cada diez años hay alguna crisis económica".
El llamado "corralito" de 2001, en el que se le prohibió a los ciudadanos
retirar su dinero del banco, y la consiguiente "pesificación" de los depósitos
en dólares diezmaron la confianza en el sistema bancario.
Y el aumento de la inflación, que en los últimos cinco años se colocó entre
el 22 y el 24% anual (a pesar de lo que dicen las cifras oficiales que estiman
menos de la mitad de esa cifra) ahondó la tendencia de ahorrar en dólares.
Sin embargo todo cambió a finales de 2011, cuando el gobierno argentino
impuso rígidas restricciones a la compra de divisas. Desde ese momento los
argentinos tuvieron que diseñar una nueva forma de ahorrar.
Muchos optaron por volcar los sobrantes de sus ingresos en el consumo, en
especial en la compra de autos y electrodomésticos, una de las pocas cosas para
las que se ofrecen créditos y generosas cuotas sin interés.
"Como los pesos pierden valor rápidamente por la inflación la gente prefiere
usarlos para adelantar gastos futuros, en especial comprando bienes durables",
le explicó a BBC Mundo el economista Jorge Colina, del Instituto para el
Desarrollo Social Argentino (Idesa).
"De esta forma pagan menos de lo que pagarían si esperan para comprarlo más
adelante y tienen un bien que pueden vender si necesitan dinero. De paso
disfrutan del producto que compraron", agregó.
El negocio del auto usado
Fue con esta lógica que nació una de las formas de ahorro más populares del
momento: la venta de autos usados.
Mientras que históricamente un auto nuevo perdía entre un 20 y un 30% de su
valor apenas salía de la concesionaria, la alta inflación creó una situación
insólita: autos que ya casi no se desvalorizan con el paso del tiempo.
Así lo reflejó un estudio de la consultora económica Abeceb.com, que muestra
que al cabo de tres años de uso los autos pueden venderse por hasta un 37% más
de lo que se pagó cuando se lo compró nuevo.
Si bien a primera vista parece el negocio perfecto (¡uno puede disfrutar de
un auto nuevo y ganar dinero cuando lo vende!) la realidad no es tan ideal.
"Aunque al venderlo usado uno obtiene más dinero del que pagó cuando lo
compró nuevo, el valor de esos billetes se redujo debido a la inflación",
explicó la economista de Abeceb.com, Belén Olaiz.
A pesar de que el precio de los autos usados aumentó en promedio 9,1% durante
los últimos tres años -según la consultora-, el alza general en los precios fue
más del doble, por lo que la ventaja es sólo nominal.
Competir contra la inflación
Algo similar ocurre con los ahorros en los bancos: con una tasa de interés
del 12%, los pesos invertidos en plazos fijos pierden mitad de su valor contra
la inflación año a año.
Seguramente eso explique por qué más del 90% de los plazos fijos en bancos
argentinos son colocados a menos de 60 días.
"Las personas depositan su dinero allí por tiempo corto mientras deciden cómo
invertirlo en algo más redituable", opinó Colina.
A comienzos de junio, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció
por cadena nacional que iba a pasar todos los dólares que posee (unos 3
millones, según su declaración jurada) a un plazo fijo en pesos.
"Es más rentable tenerlo en pesos que en dólares", aseguró la mandataria, que
con su gesto buscó crear confianza en la moneda local, como parte de una
estrategia oficial que busca "desdolarizar" la economía.
Si uno mira las estadísticas podría pensar que el llamado de la presidenta
tuvo efecto: en el último mes los plazos fijos en pesos tuvieron un aumento
interanual de más del 30%.
Sin embargo, expertos como Colina creen que ese salto refleja no tanto una
apuesta de los argentinos por el peso sino una respuesta de ahorristas con pocas
alternativas.
"Mientras que en países como Chile los plazos fijos privados en pesos
equivalen al 90% de Producto Interno Bruto, en Argentina apenas alcanzan al 7%
del PIB", afirmó el economista, relativizando la popularidad de este mecanismo
de ahorro.
En la práctica, la mayoría de los ahorristas argentinos utilizan los bancos
no para invertir su dinero sino para protegerlo.
"Ya no hay cajas de seguridad disponibles en las entidades financieras. Ante
el temor de una nueva pesificación de depósitos, muchos ahorristas retiraron sus
dólares de sus cuentas y los resguardaron en cajas de seguridad", afirmó
Olaiz.
Opciones creativas
Ante un panorama con pocas alternativas de ahorro, algunos argentinos
recurrieron a la creatividad para hacerse de divisas.
Las fuertes restricciones a la importación de bienes impuestas por el
gobierno este año (con la intención de mantener el superávit comercial y de esta
forma frenar la salida de dólares) dieron pie a un floreciente mercado negro de
reventa de productos, sobre todo de electrónicos.
El "negocio" es aprovechar un viaje al exterior para comprar con tarjeta de
crédito productos que ya no se están consiguiendo en el país (como algunos tipos
de teléfonos inteligentes y tablets) y luego revenderlos a cambio de dólares en
efectivo a conocidos o a través de sitios de venta online.
De esta forma, el viajero paga lo que compró en pesos y a una tasa de cambio
oficial (un 30% más baja que el dólar paralelo o negro). Claro, eso es si no
excede el límite de US$300 en gastos permitidos por la Aduana.
De ser así, los agentes del fisco –que están particularmente atentos desde
que comenzaron las restricciones- imponen multas por el 50% del valor de lo
comprado, y ahí se terminó el negocio.
A través de las redes sociales también se difunden diversas fórmulas que
pueden usar los viajeros para hacerse de dólares en el extranjero. Una de las
más populares es la de los "dólares casino".
"Andá al casino y comprá fichas con tu tarjeta de crédito. Después devolvelas
sin jugar, traete los dólares y pagá tu resumen a dólar oficial", instruyó a
través de su cuenta en Facebook Gustavo, un joven empresario, a un amigo que
viajaba a Miami.
Problema de fondo
Pero más allá de las ocurrencias, la mayoría de los analistas coincide en que
las opciones de ahorro en este momento son muy pocas.
La inflación no sólo se está "comiendo" los ahorros en pesos. También está
reduciendo el número de personas que pueden ahorrar.
Según la Encuesta de la Deuda Social Argentina realizada por la Universidad
Católica Argentina (UCA), más del 37% de los hogares con niños no tienen
ingresos suficientes para cubrir su consumo habitual.
Por eso, muchos sostienen que los problemas económicos del país no se
resolverán con restricciones sino reduciendo los índices de inflación.
Fuente: bbc.co.uk
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