Richard Black
La fertilización de los océanos con hierro podría provocar que
el dióxido de carbono permaneciese enterrado durante siglos, según lo reveló un
reciente estudio publicado en la revista Nature.
El equipo de investigadores alemanes asegura que el hierro induce el
crecimiento de pequeñas plantas marinas que se hunden en el océano y se llevan
con ellas el CO2, lo que podría ayudar a combatir el cambio climático.
Se trata de una de las ideas más antiguas para aportar una "solución técnica"
al clima. Sin embargo, antes de que el método se ponga en práctica hacen falta
más investigaciones. La prioridad, dicen los científicos, debe ser frenar las
emisiones de CO2.
En el pasado se han llevado a cabo cerca de 12 experimentos de fertilización
con hierro en el mar, que han sido estimulados por el oceanógrafo pionero de la
teoría, John Martin.
En la década de los 80, Martin sugirió que en muchas partes de los océanos el
crecimiento del fitoplancton -las diminutas plantas marinas o algas- se ve
limitado por la falta de hierro.
Según él, la adición del elemento químico permitiría que las plantas hicieran
pleno uso de nutrientes como el nitrógeno y el fósforo y, al crecer, absorberían
el dióxido de carbono.
Desde entonces, este se ha convertido en el enfoque más estudiado de todos
los propuestos por la "geoningeniería", que ofrece soluciones técnicas para el
cambio climático.
Otros experimentos han demostrado que la adición de hierro estimula el
crecimiento del fitoplancton y absorbe el CO2, pero no han dejado claro si el
carbono vuelve a liberarse cuando las plantas mueren o por medio de la
respiración de los pequeños animales (zooplancton) que se alimentan de
ellas.
La nueva investigación, relacionada con el Experimento de fertilización con
hierro europeo (EIFEX, por sus siglas en inglés) realizado en 2004 en el Océano
Antártico, es el primero en dar una respuesta clara a esas preguntas.
Sedimentos
EIFEX depositó cerca de cinco toneladas de sulfato de hierro en un remolino
del Océano Antártico. Los científicos mostraron que el agua de esa corriente era
bastante autónoma y se aislaba del resto del océano.
El hierro provocó que afloraran las algas, que murieron días después cuando
la concentración de hierro se redujo.
Durante siete semanas, los científicos monitorearon el agua dentro y fuera
del torbellino, y también antes, durante y después de la implementación del
sulfato de hierro.
"Teníamos instrumentos que se podían desplegar hasta el fondo del mar a una
profundidad de 3.800 metros", dijo Victor Smetacek, investigador principal del
estudio.
"También contábamos con botellas que se cerraban a profundidades específicas
para captar muestras de agua. Con ellas realizamos un gran número de mediciones
del fitoplancton y su entorno (los nutrientes, el hierro y el zooplancton)",
señaló a la BBC el científico del Instituto Alfred Wegener.
Las mediciones mostraron que aproximadamente la mitad del carbono que
absorben las algas de las aguas superficiales, se hundía en el fondo del mar
cuando el fitoplancton moría.
"El carbono orgánico en las algas muertas se filtró y se convirtió en una
masa pegajosa, que a su vez arrastró a otras partículas hasta el fondo",
dice.
Como el dióxido de carbono está en constante intercambio entre la superficie
del océano y la atmósfera, la presunción es que una vez que el carbono ha
llegado al fondo del océano en forma sólida, permanecerá allí durante siglos.
Mientras tanto, el agua de la superficie -que estaría relativamente empobrecida
de carbono- absorbería más CO2 de la atmósfera.
"Esta no es una solución"
"De los 12 experimentos de fertilización de este tipo, este ha sido el único ejemplo hasta la fecha que muestra que el carbono se sedimenta en el fondo de aguas profundas y se mantiene lejos de la atmósfera"
Michael Steinke, de la Universidad de Essex en el Reino
Unido
El doctor Michael Steinke de la Universidad de Essex en el Reino Unido, quien
no participó en el estudio, dijo que se trata de "la primera evidencia de la
conexión entre la atmósfera -cada vez más cargada de CO2- y las profundidades
del mar".
Sin embargo, los experimentos de fertilización con hierro a lo largo de los
años han dejado una clara lección: cada trozo de océano es distinto. Y cada uno
precisa de la mezcla correcta de nutrientes y el tipo correcto de
organismos.
El experimento más grande de todos, llamado Lohafex, asestó un duro golpe a
las esperanzas de la fertilización del océano cuando confirmó hace tres años que
seis toneladas de hierro inducían el crecimiento de apenas un poco de
plancton.
"¿Este nuevo experimento abre las puertas a la geoingeniería a gran escala
utilizando la fertilización del océano para mitigar el cambio climático?",
preguntó el doctor Steinke. "Probablemente no, ya que la logística de encontrar
el lugar adecuado para tales experimentos es difícil y costosa. De los 12
experimentos de fertilización de este tipo, este ha sido el único ejemplo hasta
la fecha que muestra que el carbono se sedimenta en el fondo de aguas profundas
y se mantiene lejos de la atmósfera".
El profesor John Shepherd, del Centro Nacional de Oceanografía del Reino
Unido, quien presidió el reporte de la Royal Society "La geoingeniería del
clima", dijo que también es necesario que se tome en cuenta el impacto que la
fertilización con hierro tendría sobre la vida marina, antes de ser considerada
una "solución técnica".
"Aunque la nueva investigación es una contribución interesante y valiosa en
este campo en evolución, no se ocupa de los posibles efectos ecológicos
secundarios de la tecnología y sigue siendo un único estudio en un campo poco
conocido", dijo.
El análisis del profesor Smetacek es que, tras una fertilización a gran
escala, el océano solo podría ocuparse de una cuarta parte del dióxido de
carbono que es depositado en la atmósfera por el transporte, la agricultura y
otras industrias.
"Esta no es una solución. Lo primero que tenemos que hacer es reducir las
emisiones. Eso es lo absolutamente esencial".
Fuente: bbc.co.uk
No hay comentarios:
Publicar un comentario