Los bancos pierden depósitos porque la clientela prefiere invertir en deuda ante los elevados tipos a que se ven obligados a pagar los gobiernos
JORDI CUENCA Con los mercados financieros internacionales prácticamente cerrados para la obtención de liquidez como consecuencia de la crisis del euro, la banca española no está teniendo otro remedio que ser agresiva para captar el dinero de los ciudadanos. Es una lucha tremenda. Sin cuartel. Todos contra todos. En los últimos meses los bancos -ya no cabe añadir las cajas de ahorros, porque los grupos que éstas han constituido han acabado convirtiéndose en bancos, salvo contadas excepciones- han protagonizado una ardua guerra por el pasivo, por captar los depósitos de la competencia, que ha llevado incluso al Banco de España a poner trabas ante la convicción de que se estaban ofreciendo tipos de interés tan elevados que la rentabilidad de las entidades corría serio peligro. En esta coyuntura tan complicada, la crisis de la deuda soberana, que ha arreciado conforme los mercados observaban atónitos la incapacidad de los dirigentes de la eurozona para llegar a acuerdos que pusieran freno al problema, está ocasionando un dolor de cabeza añadido a las empresas financieras.
Las crecientes dificultades de los estados para refinanciar su deuda han provocado una subida considerable de la prima de riesgo, es decir, el diferencial de más que tienen que abonar respecto al bono alemán, y han disparado los tipos de interés de las emisiones que realizan. España no ha llegado todavía a los niveles de Italia, con porcentajes del 8%, pero esta semana ha tenido que ofrecer una rentabilidad superior al 5%. Son unos intereses imbatibles. Y se han convertido en los grandes competidores de los depósitos bancarios.
Los clientes bien informados de las entidades financieras saben que en este momento las emisiones de deuda pública son un producto más rentable que el más elevado de los depósitos bancarios. Eso sí, si el cliente se fía de que el Estado tenga dinero para devolverle su inversión.
Salvador Mas, copropietario de la empresa de servicios financieros Openfinance y cofundador del portal Invertia.com, considera que asistimos a uno de los grandes fenómenos que aquejan en estos momentos a la banca: «Con las letras del Tesoro a tres y seis meses ofreciendo tipos del 5%, si la tendencia no se revierte, habrá un elevado traspaso de pasivos bancarios a la deuda, con lo que los bancos tendrán menos recursos y se verán obligados a recapitalizarse más». Y es que las entidades del sector no pueden hacer nada por romper esa tendencia sin abocarse al suicidio. Luchar contra la deuda con sus mismas armas significaría arruinar el negocio. Así que, como explica Mas, «las entidades lo que hacen es rezar para que se vuelva a la normalidad y las letras se sitúen por debajo de los depósitos». El cofundador de Invertia.com no quiere ni pensar qué podría suceder si la tendencia se mantuviera, pero apunta que los bancos «tienen a su favor que son ellos los que realizan la intermediación y que la mayoría de sus clientes no son técnicos» en la materia y generalmente están mal informados, de manera que «no se lo ponen fácil».
Claro que no todo son amenazas. El ex vicepresidente de la Bolsa de París, Francisco Álvarez, señala que, a pesar de la competencia que les supone, las entidades bancarias están ofreciendo deuda por los beneficios que les comporta la intermediación -una media del 2,25%, por ejemplo, en las emisiones de bonos patrióticos de la Generalitat- y el «ser garantía para obtener préstamos del Banco Central Europeo a tipos muy bajos que encarecen cuando son ellos los prestamistas».
El empuje de la deuda soberana también está haciendo mella en los fondos de inversión, en especial los monetarios, según Salvador Mas. Sólo en noviembre se fugaron por valor de 1.300 millones de euros -15.000 en lo que llevamos de año- en este instrumento financiero por los altos tipos de las letras del Tesoro, aunque también por la mayor rentabilidad de los depósitos. A este último respecto, Álvarez opina que la política de primar los grandes depósitos «se está parando», fruto de una etapa en la que las entidades batallaron sin compasión unas con otras para quitarse el dinero de la clientela, una estrategia peligrosa «por las pérdidas a futuro que puede generar».
A pesar de que la intensa publicidad pudiera indicar lo contrario, Salvador Mas asegura que las campañas de regalos para captar clientela -y pasivo- por parte de las entidades financieras «es una tendencia en decadencia». En cualquier caso, advierte a los usuarios que «hay que tener cuidado, porque las promociones de este tipo las vinculan a planes de pensiones a muy largo plazo y, si el plan es malo, el cliente puede perder mucho».
Por último, Francisco Álvarez asegura que uno de los productos estrella en este tramo final de año son las emisiones de participaciones preferentes. Se trata de un producto muy activo el año pasado «porque no computa como deuda, sino que se asimila como capital social». La legislación española cambió en abril para adaptarse a una directiva europea y ahora las entidades financieras están empezando a transformarlas en bonos convertibles en acciones, «que, a diferencia de antes, no ofrecen la menor duda de que son un activo del banco». Tanto Mas como Álvarez aseguran que los planes de pensiones también están siendo un producto muy atractivo en la actualidad, con primas de hasta un 4% y con una ardua guerra entre entidades por lograr traspasos de una firma de la competencia.
Fuente: lne.es
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