ARGENTINOS EXITOSOS EN LA MECA TECNOLÓGICA DEL MUNDO
Son compatriotas que se fueron, con sus ideas a cuestas, a vivir a uno de los lugares más fascinantes del planeta: Silicon Valley, en el norte de California, donde están ubicadas las empresas que marcan el camino de la innovación en el planeta. Destacan en grandes corporaciones o son emprendedores con ideas novedosas. Mientras el resto de Estados Unidos batalla contra la crisis económica, allí la bonanza es similar a la de los 90: ¿cómo es vivir a mil en el valle puntocom?
Una de las cosas que más le impresionaron a Luis Blando cuando recorrió por primera vez la Autopista 101 desde su casa rumbo hacia su nuevo trabajo en el Silicon Valley fue ver los edificios con logotipos, uno al lado del otro como si fuera un barrio privado pero de grandes empresas.
“Es impresionante: E-Bay, Google, Facebook, Intel, Microsoft, todas las grandes una al lado de la otra. Yo me imaginaba que me iba a encontrar con algo así, pero no todas en un mismo lugar”, cuenta.
Lo dice nueve meses después de su llegada, con la misma impresión del primer día. Luis, nacido en Córdoba, es uno de los tantos argentinos que ahora caminan por las calles del Silicon Valley, una extensión de tierras en el norte de California entre San Francisco y San José, que se convirtió desde hace ya varios años en meca de la innovación y la tecnología y cuna de la era digital.
Luis es empleado de la gigante Intel, el mayor fabricante de microprocesadores del mundo, con ventas anuales cercanas a los 43 mil millones de dólares, que acaba de avanzar sobre el mundo del software con la adquisición de McAfee, uno de los programas antivirus más populares del planeta. El cordobés está al frente de esta fusión.
“Trabajar para una empresa como Intel es pesado, se espera mucho de sus empleados. Por eso es que los mejores están acá, dando lo mejor de sí. El ritmo es acelerado: hay que generar ideas nuevas todos los días, lo que es bastante estimulante en mi trabajo. Esa necesidad de no sólo conocer de tecnología, sino también del negocio”, explica Blando.
Para él, que estuvo al frente de la filial de la empresa en Argentina, la llegada al Silicon confirmó lo que ya sabía y había intentado cambiar: el estigma de los países periféricos en cuestiones de innovación y tecnología. “Somos la parte final de la cadena, mientras que acá es la cabeza, donde se inician los grandes procesos. Ese es el concepto que hay sobre Argentina y sobre Sudamérica en general. Eso hay que cambiarlo, nosotros logramos voltear un poco las cosas con el trabajo de los últimos cinco años con Intel Argentina, pero debe haber una convicción para cambiar ese patrón. Hay que apostarle al liderazgo tecnológico para realmente ser competitivos con la gente de Silicon Valley”, compara.
Solamente para darse una idea de lo que está ocurriendo acá: mientras Estados Unidos afronta una de sus peores épocas económicas y políticas con un crecimiento esperado de apenas 3% y todavía sacudida por los coletazos de la recesión de 2008, Silicon Valley es un edén financiero. En el último año las inversiones en innovaciones tecnológicas superaron en 50% a las de 2009 y las inversiones en nuevos productos alcanzaron ya los 23 mil millones de dólares. ¿Una nueva burbuja?
“Es difícil saber hasta cuando esa burbuja se va a mantener. El hecho de que ese liderazgo ayude a generar otras zonas de desarrollo, puede ser una debilidad para el futuro. El riesgo existe de que todo esto se rompa, pero hay que seguir trabajando y hacer las cosas bien”, dice.
Tanto dinero, inversiones y proyectos han generado una especie de mito en el imaginario colectivo: que en cualquier Starbucks, parque, restaurante, ascensor de Silicon Valley hay gente haciendo negocios, buscando ideas nuevas o inversionistas dispuestos a dar miles de dólares a un plan que, por muy alocado que parezca, tenga perspectivas de volverse rentable en el futuro.
“Ese mito tiene mucho fundamento porque en esta zona hay una gran densidad de capital y de gente interesada en invertir, así que no es raro que se encuentren en un Starbucks y conversen y hagan alianzas y cierren acuerdos. Si existe la idea de que éste es lugar del mundo donde se está dando la movida, es cierto: éste es ese lugar”, explica el argentino.
Wantrepreneurs. Pero Silicon Valley no es sólo territorio de empresas globales que llenan decenas de modernos edificios, es también un lugar donde se generan proyectos de cero, con poco más que un par de hombres y sus máquinas portátiles. Para hacerse una idea, basta leer los datos que entrega Chris Gill, un experto en emprendimientos o start-ups, como se los llama en el Valle.
“En la zona hay 400 mil ingenieros, de los cuales 20 mil quieren ser emprendedores. Sin embargo sólo 6 mil están dispuestos a hacerlo con un plan serio de negocios en la mano (los conocidos como wantrepreneurs); de éstos, 600 logran conseguir una inversión que les permite convertirse en empresas, y dos años después, sólo 300 de ellas sobreviven en el mercado, 150 consiguen recuperar el dinero, noventa acaban devolviendo cuatro veces y sesenta acaban devolviendo hasta cincuenta veces el capital invertido en un lapso de siete a ocho años. Ese es el poder de Silicon Valley”, escribió Gill.
Pues uno de esos entrepreneurs que ha recibido el apoyo de inversiones semilla es argentino, de Tigre, y se llama Diego May. Los últimos veinte años de su vida los ha pasado viajando y trabajando por el mundo hasta que encontró a un socio que lo llevó a ocuparse en una idea definitiva: Junar.com, un website dedicado a recopilar datos tabulados para que sean utilizados por cualquier usuario de Internet del mundo.
“Es un lujo estar en la cuna de la innovación, poder estar en un lugar donde se pueden hacer alianzas, buscar fondos de inversión, llegar a lugares míticos del mundo tecnológico con sólo manejar tu bicicleta y saber que aquí te pueden dar el empuje necesario para tu idea. Sin embargo es un lugar donde se trabaja mucho, de lunes a domingo, 15 horas. Si querés que las cosas funcionen, hay que estar trabajando todo el día”, le explica May a PERFIL.
Y aunque apenas lleva tres meses viviendo en el sector de Mountain View (la misma zona donde están ubicados los headquarters de Google), ya tiene muy claras las dinámicas de este sector. En esos recorridos y reuniones por su barrio, en su casa, en el club, ha logrado que inviertan en su proyecto 1,2 millón de dólares y que se plantee expandir su idea por todos los rincones del planeta. De volver, por ahora nada.
“Los argentinos somos buscavidas, creativos, y estamos haciendo cosas interesantes, pero todavía falta mucho. Israel se ha pasado los últimos 15 años dedicado a invertir mucho dinero para convertirse en un referente de innovación. Lo mismo necesitamos nosotros, no son sólo las ideas sino una voluntad política que crea que ése es el camino. Pero yo no lo veo en los próximos cinco años, porque a la gente se le está dando para que sobreviva, no lo que necesita”, critica.
Según el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), por cada dólar que se invierte en innovación y desarrollo, se deberán gastar cien dólares en marketing. Y eso lo sabe Nicolás Ticcone, que aunque nació en Estados Unidos, vivió gran parte de sus 26 años en Buenos Aires y se considera argentino. El acento lo delata. Sin embargo, después de trabajar varios años en agencias de publicidad, decidió “romper con la comodidad que da la Argentina y su deliciosa rutina” y viajó a la región del Silicon Valley hace nueve meses para estudiar en Berkeley y trabajar.
“Una de las primeras cosas que te enseñan los profesores es que esta es una ciudad de emprendimiento. Y es así, la mentalidad de esta zona del país es la de buscar nuevas ideas y convertirlas en rentables. Y en venderlas bien, gastarse la plata en venderlas como debe ser, pero no malgastando sino pensando la forma más efectiva”, explicó.
Hay un decálogo para sobrevivir en Silicon Valley, elaborado por el editor jefe de The Economist, John Micklethwait: tolerar el fracaso y la traición, buscar riesgos, reinvertir, mostrar entusiasmo frente al cambio, entender que funciona la meritocracia, tener obsesión por el producto, colaboración y gusto por la variedad y saber que cualquiera puede convertirse en un exitoso empresario, de la noche a la mañana. Para Nicolás todo se resume en dos consejos: “desacomodarse” y asumir riesgos. “En Argentina se vive muy bien con el asado los domingos, la charla en los bares, los partidos de fútbol. Si uno quiere algo más, de verdad, tiene que asumir los riesgos, venir a lucharla solo y aprender. Aquí se aprende todos los días.”
* Desde Los Angeles.
Consagrados en Internet, se instalan en el centro del mundo ‘tech’
Después de posicionarse como una de las gigantes de las ventas retail en el continente, Mercado Libre anunció que hará un movimiento estratégico e iniciará en Silicon Valley una oficina de emprendimiento y desarrollo para mejorar sus servicios.
“En realidad, lo que estamos abriendo es un nuevo Centro de Investigación y Desarrollo. Estamos listos para dar un paso más y establecernos allí, para estar bien cerca de las nuevas tendencias”, dice a PERFIL Juan Martín de la Serna, Country Manager de Mercado Libre.
Y una de las ideas de esta nueva oficina californiana es potenciar los nuevos proyectos de la compañía. “Creemos que el negocio se va a mover hacia lo local, lo móvil y lo social. Acabamos de anunciar el lanzamiento de la primera aplicación oficial de Mercado Libre para iPhone, Blackberry y Android. Sólo en Argentina, los celulares tienen una penetración del 142% y la penetración de Internet es del 60%”, explicó De la Serna.
La idea es quedarse varios años en esta zona. Aunque el proyecto se inicia con una persona, piensan contratar al menos cinco más que ya trabajen en los Estados Unidos. “No sabemos de qué nacionalidad, pueden ser argentinos o latinoamericanos que vivan allá o de cualquier otra nacionalidad. Lo importante va a ser que tengan muy buenas ideas e iniciativas tecnológicas que puedan aplicarse al negocio, y que tengan muchas ganas de crecer”, concluye
Fuente: perfil.com
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