Los paraísos fiscales no son sólo para los ricos. Un ser común y corriente como usted o yo también puede ganarse sus reales –o pesos o dólares– y convertirse en director de cientos y hasta miles de empresas.
No es cuestión de tener un maestría en negocios de la Universidad de Harvard. En realidad, para la carrera de testaferro no se requiere ni siquiera buena presencia.
Este personaje es la cara visible de la compañía registrada en el paraíso fiscal. Muchas veces sus funciones se limitan a prestar su nombre y recibir un pago anual a cambio.
En algunos casos tiene que responder a cartas y enciende el alerta en caso de que haya una investigación en curso.
Richard Murphy, director de la ONG británica UK Tax Justice, que denuncia la evasión impositiva, le explicó a BBC Mundo el lugar que ocupan los testaferros en el modus operandi de los paraísos fiscales.
"Cuando aceptan el trabajo, firman una carta de renuncia sin fecha para que los verdaderos directores puedan despedirlos cuando quieran. Su principal función es ocultar al verdadero dueño de la compañía, que no quiere que se sepa su nombre por razones impositivas o políticas o de dinero ilegítimo", dijo Murphy.
Cling caja
El pago anual por estos servicios va de US$300 a US$5.000, y su popularidad se ve a las claras con una simple búsqueda en Google.
Si uno le pide al buscador un "Nominee Director" (testaferro en inglés) obtiene unas 134 millones de entradas correspondientes a países de todo el mundo, desde Finlandia hasta Singapur.
Esto dice uno de los anuncios: "Si usted quiere que la propiedad de su compañía permanezca anónima, éste es el servicio ideal".
"En el directorio de compañías de Reino Unido se requiere incluir el nombre, la dirección, la fecha de nacimiento y la nacionalidad del director. Un testaferro puede actuar como tal, salvaguardando su privacidad", ofrece la firma británicaParamount Company Formations Ltd.
Si uno pone la palabra en español -testaferro- la cosecha es un poco menor (136.000), pero se encuentran con anuncios bien explícitos como el siguiente en la pagina española "Mil anuncios", bajo el rubro "socios capitalistas": "Buenos días me ofrezco como testaferro o hombre de paja para tus negocios yo soy español de 43 años serio y responsable sin ninguna obligación o ataduras discreto y sabiendo callar si me tengo que desplazar los gastos corren por su cuenta no le defraudaré un saludo".
El hombre sin atributos
El término "hombre de paja" es una traducción del inglés, "Straw man". Se trata de la figura que busca representar lo que no es (como el espantapájaros de paja) para encubrir una empresa turbia.
El director del capítulo internacional de UK Tax Justice, John Cristensen, conoce el mecanismo al dedillo: él mismo fue un "Nominee director" de varias compañías.
Cristensen trabajó durante 16 años en la Isla de Jersey para una importante entidad financiera multinacional y, luego, como asesor del mismo gobierno británico en un intento de comprender a fondo el mecanismo de los paraísos fiscales.
"En general suele emplearse a abogados, contadores, banqueros, administradores, pero lo que hacen es dar su nombre. No tienen responsabilidad alguna concreta. A veces tienen que firmar algunos documentos. Raramente hacen algo más", le explicó Cristensen a BBC Mundo.
La laxitud es tal que muchos paraísos fiscales ni siquiera requieren que sus testaferros sean residentes. En cuanto al domicilio, basta con que dé un apartado postal.
En la investigación a nivel mundial sobre paraísos fiscales que dio a conocer este mes el International Consortium of Investigative Journalist (ICIJ) había un dato asombroso: un grupo de 28 testaferros han actuado como directores de 21.500 compañías.
Una pareja de oro
¿Qué es un paraíso fiscal?
A fines de 2012, una investigación conjunta del ICIJ, el diario británico The Guardian y un programa de la BBC "Panorama" reveló el caso de una pareja que actuaba como directores de más de 2.000 entidades.
Las compañías de este imperio, que iban desde negocios inmobiliarios hasta casinos y pornografía, estaban registradas en el Caribe, la República de Irlanda, Nueva Zelanda y Reino Unido. Entre todas las firmas investigadas sólo una tenía una dirección residencial en la isla de Sark, dependencia de la corona británica en el Canal de la Mancha. El resto eran domicilios postales.
No sorprende, entonces, la desproporción que hay entre la población y el número de compañías en pequeñas islas que funcionan como paraísos fiscales.
En las Bahamas hay 115.000 compañías por los 307.000 habitantes de las islas. En otra dependencia británica, las islas Jersey, la proporción es igualmente desorbitante: 33.000 compañías para 91.000 habitantes.
El mismo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, se refirió en más de una ocasión a un edificio de las Islas Caimán, la Ugland House, que tiene más de 18.000 empresas registradas.
Buscando al dueño
En el programa de la BBC "Panorama", Jesse Hester, director de Atlas Corporate Services en otro paraíso fiscal, las Islas Mauricio, le aseguraba a un periodista que se había hecho pasar como un potencial cliente que las autoridades jamás sabrían que él era el dueño real de la firma.
"No tienen los recursos para hacerlo. Ellos mismos calculan que las probabilidades de rastrear el verdadero nombre del dueño son iguales a las de ganar la lotería", explicaba Hester.
Pero la falta de recursos no es el único problema: hay serias falencias en la legislación nacional e internacional.
"El testaferro siempre puede decir que él no sabía nada de las actividades ilegales de una compañía. En la mayoría de los países se requiere que los directores sean responsables de la empresa que dirigen. Pero esto parece cambiar cuando se trata de una firma off shore. Se necesitaría una absoluta transparencia sobre quiénes son los reales dueños de las compañías", afirmó Cristensen.
¿Cambio?
Con la crisis económica las cosas están cambiando.
Los ajustes fiscales, la recesión en muchos países desarrollados, los rescates multimillonarios a los bancos y varios sonados casos de evasión fiscal han puesto el tema en el centro de la escena.
Una señal clave de este cambio es la incorporación del intercambio automático de información sobre cuentas bancarias de no residentes, adoptada por nueve países europeos: España, Reino Unido, Italia, Francia, Alemania, Polonia, Holanda, Bélgica y Rumania.
Este principio, por el que vienen bregando organizaciones como UK Tax Justice, fue también aceptado como la norma a futuro en la cumbre de ministros de Finanzas del G20 realizada este mes.
Según Richard Murphy, la principal razón para esta ofensiva es económica.
"La realidad es que muchos países tienen un problema muy serio de déficit fiscal y necesitan recaudar más porque no pueden seguir exprimiendo a la propia población con impuestos y ajustes. De modo que finalmente se está pudiendo avanzar en el tema", le dijo Murphy a BBC Mundo.
Fuente: BBC
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