Mongolia, uno de los lugares más remotos y desolados de la tierra, se encuentra en medio de una fiebre por el oro. Y como el 40% de la población del país es pobre, se estima que unas 100.000 personas están trabajando en minas no reguladas -que pueden llegar a ser mortales- con el único fin de sobrevivir.
"Cuando miro a familias con caballos, me siento tan triste que no puedo evitar el llanto", dice Sukhbaatar, quien era antiguamente un pastor nómada. Hasta poco tiempo, ése era el modo de vida en Mongolia. "Yo solía ser un hombre de verdad cuando tenía caballos".
Ahora Sukhbaatar vive de la minería. Hace dos años, todo su ganado -300 caballos, yaks y cabras- murió durante el severo invierno conocido como zud.
Las sequías severas y los zuds de los últimos años han devastado los rebaños de ganado en Mongolia, matando a un estimado de ocho millones de animales.
"No quedó nada, todos están muertos, por eso ahora estamos aquí", explica.
Sin protección
El "aquí" es Uyanga, un pueblo minero en la estepa de Mongolia, una pradera que se extiende por el desierto de Gobi.
El auge de la minería en Mongolia ha provocado que la economía del país experimente el crecimiento más rápido del mundo. Miles de millones de dólares en cobre, oro y carbón se encuentran a la espera en la frontera con China.
Y si bien esto ha creado una nueva clase de gente muy rica, más de un millón de personas continúan viviendo en extrema pobreza y arriesgando sus vidas para ganar unos pocos dólares al día trabajando en esas minas ilegales.
Todos los días, sin importar el clima, Sukhbaatar y su esposa Gansuvd atraviesan los dos kilómetros del valle Uyangen en motocicleta y se encuentran con pastores de yaks, lo que le recuerda su vida anterior.
Podría decirse que se encuentran en el medio de la nada.
Allí la gente trabaja sobre agujeros en el suelo, que se asemejan a los cráteres de la Luna. De algunos incluso sale humo proveniente de los incendios de estiércol que realizan los mineros para fundir las capas subterráneas de hielo. Cada agujero ha sido excavado por una familia diferente.
Cada orificio tiene el grosor de una persona, que baja utilizando una cuerda. No hay nada que proteja las paredes de esos agujeros.
"La tierra se derrumba y aunque algunas personas han logrado salvarse, otros han muerto enterrados en el suelo", admite Sukhbaatar.
Hasta ahora se desconoce cuántos han muerto en la enorme red de túneles que ahora cubre el valle.
El medio ambiente
El minero británico Craig Notman no podía creer lo que estaba viendo cuando viajó de Staffordshire a Mongolia para experimentar la vida de Sukhbaatar.
"No puedo entender esta minería victoriana. El agujero parece una tumba. Es como entrar en tu propia tumba", dice.
En el Reino Unido, la minería se realiza con máquinas grandes y normas de seguridad muy estrictas. Sukbhaatar, Gansuvd, su hija y su cuñado usan palas, lo que hace que el trabajo sea agotador.
La excavación por el oro en el antiguo lecho del río puede llevar días.
Los trabajadores extraen hasta casi media tonelada de tierra todos los días, que luego es ordenada para retirar las piedras más grandes y después se filtra para saber si hay oro.
Con suerte, hacen US$10 al día.
El gobierno de esta parte de Mongolia se niega a expedir licencias para gente como Sukhbaatar porque dice que están dañando el medio ambiente. Sin embargo, fuera del valle, grandes empresas han obtenido licencias para la minería de oro a escala industrial.
Esas compañías se han comprometido a reparar los daños al medio ambiente cuando finalicen su labor en la zona. Pero Sukhbaatar cree que tomarán lo que quieran y seguirán adelante.
"Eso me pone triste. Antes había un gran río que recorría el valle. Antes había pastores por toda la zona".
En 20 años de explotación minera, el río Ongin ya casi ha desaparecido por completo.
Los mongoles tienen una profunda conexión con la tierra y cavar en ella va en contra de sus principios y creencias. Cada cierto tiempo, Gansuvd y su hijo pequeño Samya visitan el templo budista ubicado en las afueras de la ciudad para orar por que la tierra los perdone.
Una hermandad
En Reino Unido, Craig ha sido minero durante 15 años, siguiendo los pasos de su padre y su abuelo. Él cree que la minería es una hermandad.
Pero, en las llanuras de Mongolia, dice, cada hombre debe preocuparse por sí mismo.
Al siguiente día de la expedición, el grupo encontró que tres familias habían excavado túneles en el agujero de Sukhbaatar buscando oro.
"¡No puedo creer que hicieran esto!", susurra Sukhbaatar, quien conoce a uno de los intrusos.
Para Craig, la seguridad es la máxima prioridad y siente molestia y miedo al ver que la gente trabaja de esta manera. Él está decidido a ayudar a Sukhbaatar a trabajar con mayor seguridad.
Como la madera es costosa, a Sukhbaatar le preocupa que sus puntales de apoyo a los lados de los orificios sean robados. Craig finalmente lo convence para que se lleve esos accesorios a su casa cada noche.
Aunque a Craig le "contenta" que hayan puesto en práctica sus consejos, admite que su visita fue "difícil y preocupante" debido a los riesgos que se están tomando en la zona.
De vuelta a casa en el Reino Unido, Craig está decidido a ayudar a los mineros en Mongolia.
"Si un minero está luchando, otro minero le va a ayudar y eso es lo que está pasando, es una hermandad".
Craig describe a Sukhbaatar como un "buen hombre, honesto, con un corazón tan grande como un león" y los equipos mineros en todo Reino Unido están planeando recaudar fondos para comprarle ganado.
"Quiero llegar a su casa con un gran camión lleno de ganado. Allí es donde deben estar".
"Lo lograré. Ya estoy deseando que llegue el día".
Fuente: bbc.co.uk
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