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Un explorador suizo busca llamar la atención sobre las energías renovables recorriendo los cinco continentes con una aeronave impulsada por energía solar.
Bertrand Piccard lleva el ansia de aventura y exploración en los genes. Su abuelo, Auguste Piccard, realizó en 1931 un vuelo en globo que supuso un enorme paso adelante en el estudio de la estratosfera.
Tras finalizar el viaje, declaró: "La pregunta a la que nos enfrentamos hoy no es cómo el hombre será capaz de poblar otros planetas, sino cómo nos organizaremos para hacer la vida en éste más valiosa".
La inclinación humanitaria parece que se lleva también en los genes: Bertrand quiere que su proyecto de avión solar tenga un impacto en la vida de la gente, y a la vez concienciar sobre la importancia de las energías renovables.
"Las grandes exploraciones del siglo XX fueron conquistas: los polos, el Everest, la profundidades de los océanos, la luna. Las del XXI, en mi opinión, deberán consistir en preservar mejor y en mejorar la vida en nuestro planeta", señaló este médico suizo responsable de un proyecto por el que quiere recorrer los cinco continentes en un avión que usa la energía renovable por excelencia: la del sol.
Años de trabajo
La idea surgió en 2001 cuando Piccard recorrió Estados Unidos interesado en la industria de aviación solar en el país. Allí encontró muchas voces que le animaron a acometer la empresa de volar un avión tripulado alrededor del mundo.
Tras asociarse con el ingeniero y piloto profesional Andre Borschberg, ambos lanzaron el proyecto Solar Impulse en 2004 con la idea de empezar a conectar la aviación y las energías renovables.
Tras varios años de trabajo, el proyecto empezó a dar sus frutos cuando la Comisión Europea señaló la importancia de Solar Impulse en la promoción de las energías renovables y cuando en 2010 el piloto Markus Scherdel voló el primer prototipo de la compañía en el aeródromo suizo de Payerne.
Tres meses después, el prototipo voló 26 horas seguidas dando credibilidad al invento de Piccard. "Hemos dado una prueba de que lo que he soñado durante 11 años es realmente posible", dijo el suizo entonces.
El avión sin combustible
"Imagina que tus reservas de energía se incrementan durante el vuelo. Para convertir este sueño en realidad, tuvimos que hacer un uso máximo de cada vatio proporcionado por el sol, y almacenar cada excedente en nuestras baterías", señaló Andre Borschberg.
La clave está en maximizar el rendimiento aerodinámico y optimizar la cadena de energía. Los sensores que capturan la energía solar en las alas fueron seleccionados por su peso. A pesar de que existen sensores más eficientes, se tuvo que tener en cuenta el vuelo nocturno, donde el peso del avión es clave.
Para hacer frente a la noche, el avión posee una batería que pesa tan solo 400 gramos, un cuarto del peso total del aparato.
Bajo las alas del avión, bautizado HB-SIA, hay cuatro módulos, cada uno con un motor de diez caballos, una batería de litio y un sistema de gestión energética. Cada módulo está cuidadosamente aislado ya que a -40 grados centígrados y a 8.500 metros de altura, las baterías son especialmente sensibles a descargarse.
Al mediodía, cada metro cuadrado de superficie en las alas del avión recibe unos 1.000 vatios de energía, aunque la media durante el día es de unos 250.
Los cuatro motores del HB-SIA consiguen una potencia de unos ocho caballos, casi la misma cantidad de potencia que usaron los hermanos Wright en su primer vuelo tripulado en 1903.
Más de 100 años después, el HB-SIA pudo volar día y noche sin ningún tipo de combustible.
"Nuestro proyecto no fue construido para llevar pasajeros, sino para llevar mensajes. Queremos mostrar lo que se puede conseguir usando tecnologías limpias, reduciendo nuestra dependencia de las energías fósiles. Lo que podemos hacer en el aire puede hacerse en la tierra, cada día" asegura el suizo.
Piccard sigue explorando e intentando ensanchar horizontes, aunque esta vez la empresa es más difícil: que su mensaje cale en las mentes de las personas.
Fuente: bbc.co.uk
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