El elegante suéter negro y los jeans habían desaparecido. También la camiseta de combate color caqui de su último discurso televisado en Trípoli.
La barba de tres días se había convertido en una mata espesa luego de haber pasado meses huyendo. Pero las gafas sin montura que enmarcan unos ojos penetrantes por encima de una nariz recta y fina, le seguían dando un aire distinguido.
Saif al-Islam Gaddafi, doctor de la London School of Economics (LSE), era ahora un prisionero, llevado a bordo de un viejo avión de transporte de la Fuerza Aérea de Libia, cerca del puesto de avanzada de perforación de petróleo de Obari, en el desierto del Sahara.
El portavoz del Gobierno interino anunció la captura como el “acto final del drama de Libia”. Pero no habría monólogo de cierre del protagonista, descendiente de la dinastía que su padre, Muammar Gaddafi, el autodenominado el “rey de reyes” que esperaba alguna vez gobernar Africa.
Una reportera de Reuters a bordo del avión se acercó al prisionero de 39 años, acurrucado en un asiento trasero del Antonov, una nave de la era soviética.
El hombre iba en un vuelo de 90 minutos con destino a la ciudad de Zintan, cerca de Trípoli. Estaba con el ceño fruncido, silencioso y aparentemente perdido en sus pensamientos. En otras ocasiones conversaba tranquilamente con sus captores e incluso posó para una foto.
A MITAD DE LA NOCHE
La huida de Gaddafi había terminado unas horas antes, a mitad de la noche, en un camino desértico mientras él y un puñado de acompañantes de confianza intentaban evadir a patrullas de los ex rebeldes cuyo objetivo era bloquear su fuga a través de la frontera.
“Al comienzo estaba muy asustado. Pensaba que lo mataríamos”, dijo Ahmed Ammar, uno de los 15 combatientes que capturó a Gaddafi.
Los combatientes, de la brigada Khaled bin al-Whaleed de Zintan, interceptaron los dos vehículos 4×4 de los fugitivos internados a unos 60 kilómetros en medio del desierto.
“Pero hablamos con él amigablemente, le hicimos relajarse y le dijimos: ‘No te haremos daño’”, agregó Ammar.
La captura de Saif al-Islam es el capítulo más reciente de la serie de revueltas que han conmocionado al mundo árabe.
El primer levantamiento derrocó al Gobierno de Ben Ali en Túnez a inicios de año.
La agitación se extendió en febrero hasta Egipto, obligando al gobernante Hosni Mubarak a abandonar el cargo tras décadas en el poder; remeció a Libia, donde la capital Trípoli cayó ante los rebeldes este verano boreal y Muammar Gaddafi murió tras ser capturado el mes pasado, y ahora amenaza al dominio de cuatro décadas de la familia Assad en Siria.
Saif al-Islam era la cara sonriente de la estructura de poder de Muammar Gaddafi. Ganó credibilidad personal en los escalafones más altos de la sociedad internacional, especialmente en Londres, donde ayudó a limpiar la reputación de Libia mediante una fundación personal de caridad.
Sin embargo, desperdició esa reputación durante la revuelta, emergiendo como el representante de la línea más dura hacia los rebeldes.
Este relato de su captura y de su último mes fugitivo se basa en entrevistas con captores del hijo menor de Gaddafi y en una conversación con el propio prisionero. Las escenas de su viaje hacia su prisión fueron atestiguadas por una reportera, un camarógrafo y un fotógrafo de Reuters que también iban a bordo de la nave.
LA POSIBILIDAD DE PENA DE MUERTE
Capturado exactamente un mes después de que su padre sufriera una muerte violenta, Saif al-Islam Gaddafi está sujeto a una orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de lesa humanidad, en particular por supuestamente mandar a matar a manifestantes desarmados en la última primavera boreal.
Los líderes interinos de Libia quieren que enfrente un juicio en su país y dicen que no lo extraditarán para que comparezca ante el tribunal de La Haya. Según el ministro de Justicia interino, podría ser condenado a muerte.
Sus intentos por huir comenzaron el 19 de octubre bajo los ataques de la OTAN en el bastión tribal de Bani Walid. Ammar y sus combatientes leales dijeron que creían que Saif al-Islam se estuvo ocultado desde entonces en sectores desolados de la región montañosa de Brak al-Shati.
Asesores que fueron arrestados en Bani Walid afirmaron que la caravana de Saif al-Islam fue impactada por un ataque aéreo de la OTAN en un lugar cercano a Wadi Zamzam, el llamado “Río del Agua Sagrada”.
Desde entonces ha habido especulaciones de que tribus nómades que alguna vez acudieron a combatir junto a su padre podrían haber estado trabajando para que pueda cruzar las fronteras del sur de Libia, quizás como sus hermanos que sobrevivieron, su hermana y su madre, en dirección a Níger o Argelia.
Pero no logró llegar muy lejos. Obari se encuentra a unos 320 kilómetros de ambas fronteras. Sus captores creen que Saif al-Islam iba hacia Níger, país alguna vez beneficiado por los recursos petroleros libios bajo el régimen de Muammar Gaddafi y que concedió asilo a su hermano Saadi.
“¿QUIéN ERES?”
Ammar dijo que su unidad, que recorría el desierto durante semanas, recibió un aviso de que un pequeño grupo de partidarios de Gaddafi intentaría huir del país por una ruta determinada hacia Obari.
“Nosostros disparamos al aire y hacia el suelo delante de ellos”, dijo Ammar. Posteriormente el pequeño convoy se detuvo.
“¿Quién eres tú?”, dijo Adeljwani Ali Ahmed, el líder del equipo, queriendo saber del hombre que parecía ser el principal pasajero del grupo.
“Abdelsalam”, fue la respuesta. Ahmed llevó a Ammar hacia un costado y le susurró: “Creo que es Saif”.
Volviendo de nuevo al vehículo, un Toyota Land Cruiser, Ammar le dijo Saif: “Yo sé quién eres, te conozco”.
El juego había terminado. Los combatientes recuperon varios fusiles de asalto Kalashnikov y unos 4.000 dólares en efectivo de los vehículos.
“El no dijo nada”, dijo Ammar. “Estaba muy asustado y luego con el tiempo preguntó de dónde veníamos, y nosostros dijimos que eramos libios. El preguntó de qué ciudad y nosotros dijimos de Zintan”, agregó.
Ya en el avión, Saif al-Islam Gaddafi fue consultado por Reuters si sentía bien y simplemente dijo “sí”.
Renuente a elaborar sus respuestas, también fue consultado sobre las vendas que llevaba en el pulgar y dos dedos de su mano derecha: “Fuerza aérea, fuerza aérea”.
Cuando se le preguntó si se refería a un ataque de la OTAN ocurrido en octubre, sostuvo: “Sí (…) hace un mes”.
Más tarde, imágenes de televisión mostraron cuando era ayudado a bajar del avión mientras una multitud de gente en la pista trataba de atacarlo. Sus captores lo metieron en un vehículo que salió a toda velocidad hacia un lugar escondido de la ciudad.
Fuente: lapatilla.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario