Eulimar Núñez
Hace un año, el periodista filipino ganador del prestigioso
premio Pulitzer en 2008, Jose Antonio Vargas, confesaba en The New York
Times ser inmigrante indocumentado. En los días transcurridos desde
entonces, el mismo hombre se ha dedicado a escuchar y contar las historias de
aquellos que, al igual que él, se sienten estadounidenses a pesar de no haber
nacido en el país y de no tener papeles que les otorguen estatus legal.
Vargas, que llegó a EE.UU. para vivir con sus abuelos cuando tenía 12 años,
dio la bienvenida a la suspensión de las deportaciones de aproximadamente un
millón de jóvenes indocumentados -anunciada por el presidente Barack Obama en
días anteriores- a pesar de que la medida no le beneficia: hace cuatro meses
cumplió 31 años y el límite para favorecerse de la iniciativa es de 30.
A través de la campaña Define American (¿Cómo se define a un
estadounidense?), el periodista ha propiciado el debate sobre el tema. También
ha hecho uso de sus habilidades para contar su historia y las de aquellos que
decidieron dejar de esconderse. Según él, gracias a las redes sociales, al menos
2.000 indocumentados lo han contactado en el último año.
En la portada de la revista Time -publicada una semana antes- Vargas
aparece acompañado de otros 35 jóvenes en su misma situación, como Gaby Pacheco,
la ecuatoriana de 27 años que lidera el Proyecto "Educación, No Deportación"
(END). Vargas fue responsable de escribir el especial para la publicación,
titulado "Somos estadounidenses… solo que no legalmente". Y en los últimos días
ha liderado los debates en las cadenas de radio y televisión más importantes del
país haciendo conocer sus críticas al sistema migratorio estadounidense.
BBC Mundo conversó con él para conocer el trabajo que lleva a cabo.
¿Por qué no te han deportado?
De todas las preguntas que Vargas recibe diariamente, esa es la que más se
repite, aunque no tenga una respuesta concreta.
Cuando decidió hacer pública su situación, sus abogados trataron de
impedírselo. Uno incluso le aseguró que sería "un suicidio legal".
"Ya soy un ciudadano de corazón y solo necesito los documentos que validen ese sentimiento"
Jose Antonio Vargas
Vargas no los escuchó. "Fue una decisión personal. Muchos resaltaron el
riesgo de hacerlo público, pero lo cierto es que -en lugar de ponerme en
peligro- me ha protegido", aseguró a BBC Mundo.
Vargas supone que un filipino con educación universitaria que logró
convertirse en un periodista reconocido y trabajar para medios como The
Washington Post o The New Yorker, y que además ganó un Pulitzer,
no es exactamente la persona que un gobierno querría deportar.
Asegura haber contactado a la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, en
inglés) para conocer el estatus de su caso, pero como nunca ha sido arrestado
antes, no hay récords de su presencia en el país (a pesar de que su historia
lleva un año siendo pública).
De igual manera, sigue esperando que algún funcionario toque el timbre de su
casa algún día.
¿Por que no regresa a Filipinas?
Sobre el anuncio de detener las deportaciones
"Hay gente que acusa al presidente de haber realizado el anuncio solo por
causas políticas, solo para obtener el apoyo de los latinos y ganar las
elecciones. Decir eso es como afirmar que Lebron James juega al baloncesto con
el fin de ganar el juego. Claro que está haciendo política. Este es un año
electoral.
Yo prefiero enforcarme en la gente y sus historias. En los jóvenes formados
que están haciendo lo posible por resolver este asunto porque nuestros propios
políticos no saben cómo lidiar con la verdad, no saben qué hacer con nosotros y
ni siquiera pueden hablar honestamente del asunto.
Nunca he votado en este país, he cubierto las elecciones como periodista pero
nunca he participado. No soy ni demócrata ni republicano, estoy interesado en
hablar con cualquiera que quiera tener una conversación honesta acerca del tema
migratorio".
Una de las críticas que se le hace a la política estadounidense de deportar a
personas que llegaron como niños al país, es que tendrían enormes dificultades
para adaptarse a su nación de origen.
Para sus contradictores, sin embargo, Vargas está lo suficientemente mayor y
formado académicamente como para regresar a Filipinas y vivir allí sin
inconvenientes.
Por eso hay quien le reprocha que, en vista de su condición de indocumentado,
no regrese allá.
A ellos les contesta: "No tengo papeles y no me voy. Este es mi hogar. Irme
sería la salida más fácil. Quisiera visitar Canadá, Londres e incluso regresar a
Filipinas para ver a mi mamá después de casi 19 años. Pero solo lo haría si
pudiera regresar a Estados Unidos, que es el país en el que quiero vivir y la
sociedad con la quiero contribuir".
"Ya soy un ciudadano de corazón y solo necesito los documentos que validen
ese sentimiento".
Conflicto
Otros le reprochan que, en su condición de periodista para uno de los grandes
diarios estadounidenses no hubiera revelado su estatus legal en el país sino
hasta 2011, varios años después de haber obtenido el Pulitzer.
Cuando trabajaba como reportero y mantenía en secreto su condición de
indocumentado, Vargas se mantuvo alejado de todo lo relacionado con temas
migratorios. "No me sentía bien, había conflicto de intereses. Pero era muy
extraño que el único Jose de la redacción del Washington Post no
estuviese cubriendo temas de inmigración".
Ya a estas alturas está consciente de que no puede ser un periodista
objetivo: "soy parte de esta historia".
"Mi reto ahora es desafiar a los lectores y preguntarles: '¿qué hubiesen
hecho en mi lugar? ¿cómo hubiesen actuado si a los 19 años se dieran cuenta de
que estaban en un país en el que no se suponía que debían estar? Mentí para
conseguir empleo porque era lo que podía hacer. Pero yo soy solo uno de los 11,5
millones de indocumentados que están tomando esas decisiones, todos los días. Mi
trabajo ahora -al menos mientras siga en este limbo- será exponer esa
verdad".
"Y eso es lo que estoy tratando de hacer".
Fuente: bbc.co.uk
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