Laurence Knight
Europa "tiene una semana para salvar el euro". Las palabras del
primer ministro italiano Mario Monti resuenan cada vez con más fuerza en los
círculos del poder político y económico del viejo continente.
Especialmente cuando la Unión Europea se prepara para una nueva cumbre para
tratar el tema de la crisis que tendrá lugar entre el miércoles y el jueves de
esta semana.
Pero los preparativos de ese encuentro no detienen los acontecimientos: este
martes se conoció el monto que Chipre necesitará para su rescate, el quinto de
la eurozona, unos US$12.000 millones de dólares.
Un día antes, España formalizó la solicitud de ayuda financiera a Bruselas. Y
la agencia de calificación Moody's rebajó la nota a 28 bancos españoles, que
quedaron al nivel de bono basura.
Ante el deterioro de la situación, las voces que piden una acción urgente se
multiplican.
El presidente francés François Hollande, pidió un "pacto de crecimiento", el
exprimer ministro británico Tony Blair urgió por un "gran pacto", los mercados
piden un "gran bazooka" y por su parte, en Alemania, se habla de
federalismo.
Sin embargo, pese a la complejidad del contexto, la solución a la crisis de
la eurozona es sorprendentemente sencilla. ¿Cómo?
Fácil. Tan sólo pregúntese cómo los mismos problemas se resolvieron en otras
áreas de moneda única como Estados Unidos.
El problema real de Europa es que las soluciones distan de ser aceptables
políticamente.
Así que esto es lo que la eurozona necesitaría hacer, si quiere salir del
agujero en el que se encuentra:
Unión Bancaria
Todos los préstamos basura de los bancos de la eurozona necesitan ser
limpiados con la inyección de capital que absorva las pérdidas de los bancos,
con las consiguientes pérdidas para la eurozona en su totalidad (porque muchos
gobiernos nacionales probablemente no podrán permitírselo). En el caso de los
bancos españoles, el rescate recae en el gobierno, que responde de todas las
pérdidas.
Los depósitos de todos los bancos de la eurozona necesitan ser garantizados
en euros en la totalidad de la unión, para así terminar con el pánico de
inversores que tratan de mover sus capitales del sur de Europa (para evitar el
riesgo de que se cambie la moneda) a Alemania y cada vez más a Suiza y
Dinamarca.
Todos los bancos europeos necesitan regirse por un régimen de regulaciones y
supervisión comunes. Los bancos con problemas deben tener igual acceso a los
fondos de rescate y deben ser disueltos por una misma autoridad cuando vayan a
la quiebra.
El punto más conflictivo es el de los eurobonos. Una gran cantidad de la
deuda de la eurozona debe ser amalgamada, con gobiernos que apoyen las finanzas
de los otros, para así reforzar el compromiso de los gobiernos que están en el
euro.
El centro de estudios Bruegel presentó una propuesta para igualar las deudas
en un bloque que supondría el 60% del PIB de la eurozona, lo que generaría
fuertes incentivos para que los gobiernos sean prudentes en el futuro.
Una versión más ligera propuesta en Alemania englobaría las deudas en exceso
del 60% del PIB como medida temporal para facilitar el préstamo de dinero a los
gobiernos del sur.
Un presupuesto federal al estilo estadounidense podría ser necesario para
cubrir los costos de la recesión, para que los gobiernos no arriesguen entrar en
bancarrota cuando sus economías tengan problemas. Por ejemplo, el costo de un
nivel mínimo de seguridad social (en especial las ayudas al desempleo) podría
compartirse en toda la eurozona, pagándose de un impuesto común.
Unión Fiscal
¿Hacia una profunda recesión?
La raíz del problema de la eurozona es que las economías del sur de Europa
han sido poco competitivas, sus salarios aumentaron demasiado rápido durante los
años de vacas gordas, lo que les llevó a importar mucho más de lo que exportaban
y a pedir prestada la diferencia.
Las economías del sur, con excesiva deuda, persistente baja competitividad y
resultante necesidad de préstamo, así como el rechazo de Alemania a la hora de
prestárselo, es lo que ha llevado al pánico financiero que ha dificultado a los
gobiernos del sur de Europa y a los bancos el conseguir financiación a los
mercados.
Por otro lado, la intervención de los mercados financieros europeos, sin
mencionar los recortes sociales de los gobiernos de Europa, así como el foco del
Banco Central Europeo puesto en la estabilidad de precios, amenaza con empujar
al continente entero a una larga y profunda recesión, algo que que sólo
agravaría los problemas de deuda.
El BCE tendría que replantear sus objetivos para combatir el desempleo y al
mismo tiempo defender la estabilidad de precios, tal y como hace la Reserva
Federal de Estados Unidos y como propuso el presidente francés.
La eurozona podría tener que pagar inversiones en infraestructura a gran
escala, especialmente en el sur de Europa, tal y como Alemania occidental
invirtió en Alemania oriental tras la reunificación de 1990. Las propuestas
sobre la mesa incluyen el aumento de la capacidad de préstamo del Banco Europeo
de Inversión y crear un "proyecto de bonos" común para financiar
construcciones.
Todos los europeos, especialmente los del sur, tendrán que implementar
reformas estructurales que aumentarían el crecimiento a largo plazo y
fortalecerían las finanzas nacionales, incluyendo el eliminar restricciones de
competencia en el mercado, aumentar la edad de jubilación, despedir a
funcionarios y facilitar la contratación y despido de trabajadores.
Equilibrio
El Banco Central Europeo y el gobierno alemán tendrán que estimular la
inflación en Alemania durante varios años para así eliminar la actual ventaja
financiera del país sobre los países del sur de Europa, algo que ya está
empezando a suceder.
Del mismo modo que Washington ayudó a estados con problemas de Estados
Unidos, los gobiernos del sur de Europa necesitarán que el resto de la eurozona
les dé dinero (dar no prestar) a través de transferencias fiscales directas,
para que así puedan afrontar la recomposición de sus economías hasta que
recuperen competitividad. Estas transferencias podrían terminar tomando forma de
rescates que nunca serán pagados.
Las reformas estructurales, particularmente las reformas del mercado laboral,
también juegan un papel crucial a la hora de equilibrar y asegurar que los
salarios en el sur de Europa no aumentan tan rápidamente, tal como hicieron en
la pasada década.
Unión política
Para que una unión bancaria, fiscal y monetaria funcione, los gobiernos de la
eurozona necesitarán delegar poder a una autoridad central (la Comisión Europea)
que pueda pagar y supervisar todo lo explicado aquí arriba. Por su parte los
gobiernos deberán aceptar que en un futuro deberán mantener su gasto limitado a
sus posibilidades.
Como muchas de estas reformas requieren que Alemania comparta su riqueza con
el resto de Europa (y que todas las naciones europeas entreguen poder a
Bruselas), Berlín insiste en el principio de "no hay impuestos sin
representación", en otras palabras, un giro hacia el completo federalismo, con
el gasto y las regulaciones controladas directamente por la presidencia electa
de la Comisión Europea.
Fuente: bbc.co.uk
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