Jamie Robertson
En un momento en que los inversores parecen convencidos de que Estados Unidos camina por la senda de la recuperación (aunque muy modesta), Europa nos recuerda que aún sigue enferma.
Y aunque muchos se olvidaron de Europa durante un tiempo, todo el mundo vuelve ahora a preocuparse por el convaleciente.
La zona que más dolores de cabeza causa en este momento (no es Grecia; Grecia siempre duele pero no hay nada que se pueda hacer para evitarlo) es España. Y a diferencia de sus vecinos del sur, si España cae las consecuencias podrían ser dramáticas para todos.
Eso es lo que empezó a pasar esta última semana.
El interés que debe pagar España por endeudarse no ha parado de subir desde que empezó el año, y el miércoles, intentó que los inversores le compraran bonos por valor de 3.500 millones de euros (US$4.500 millones). Solo consiguió colocar US$3.200 millones.
Ahora el interés que paga España por sus bonos a 10 años está al 5,72%. Hace solo un mes esa tasa era menor al 4,9%. El costo de asegurarse contra un impago de España por medio de permutas de incumplimiento crediticio (credit default swaps) se ha doblado desde que comenzó el año.
Hace más o menos una semana la preocupación se centraba en Portugal, pero equivocadamente: los intereses de los bonos portugueses tenían una trayectoria a la baja, mientras que la de los españoles es alcista.
"La tendencia seguida por los bonos portugueses comparada con la de los españoles muestra que la gran nación ibérica corre el riesgo de convertirse en la próxima costura que se abre", señalaba esta semana un reporte de la compañía de análisis independiente Spotlight Ideas.
"Diferente de Grecia"
La vulnerabilidad de España no reside en su deuda soberana sino en la deuda de sus bancos, consecuencia de una gran burbuja inmobiliaria.
Los pequeños bancos y cajas de ahorros (instituciones de crédito con orientación local y sin accionistas) están muy expuestos a la deuda inmobiliaria y el ritmo al que sus activos recuperan precios realistas ha sido muy lento.
El gobierno del conservador Mariano Rajoy publicó la semana pasada un proyecto de presupuesto para 2012 que apenas les facilita las cosas: US$35.000 millones en recortes de gasto e incrementos de impuesto para conseguir que el déficit baje del 8,5% de 2011 al 5,3% en 2012. Todo eso en un año en que se prevé que la economía del país se contraiga un 1,7%.
"El problema reside en que la disminución del Producto Interno Bruto es mayor que la reducción del déficit", valora Stephen Pope, de Spotlight. "El objetivo de déficit de 5,3% para este año y de 3,0% para el que viene es inimaginable... es imposible".
"España es diferente del caso griego porque su crisis es bancaria, pero al reducir el gasto público, el gobierno no le da ninguna posibilidad de recuperación a los bancos y al sector inmobiliario".
Con el desempleo en ascenso y el colapso del mercado inmobiliario, los créditos tóxicos y los atrasos en los pagos de las hipotecas agravándose con cada mes que pasa, las cajas de ahorros están sufriendo al límite.
Hasta ahora han podido seguir funcionado gracias a que el Banco Central Europeo les ha facilitado liquidez.
Buena parte del dinero de emergencia prestado por el BCE ha ido destinado a la compra de bonos soberanos españoles (los bancos y entidades de crédito españolas tomaron el 15% -79.500 millones de euros- de las operaciones de refinanciación a largo plazo del BCE). Pero parece que el BCE ha dejado de ofrecer dinero y, teniendo en cuenta que el gobierno podría hacer poco para salvar a las cajas, el panorama parece poco alentador.
Las crisis en las cajas y en los bancos de medio tamaño paralizará la economía y la contraerá, agravando el déficit.
Este año, cree Pope, España acabará acudiendo a la Comisión Europea para admitir que no puede conseguir sus objetivos de déficit y para pedir o bien dinero del fondo europeo de rescate o una reestructuración de su deuda.
Este escenario está teniendo un efecto negativo en otros mercados: Francia celebró una subasta de bonos el jueves y no tuvo problemas para conseguir dinero, pero tuvo que ofrecer mayores intereses para persuadir a los compradores.
Reacción del mercado
La perspectiva de estancamiento económico en Europa ha paralizado esta semana los mercados de acciones y materias primas.
El índice FTSE, el de referencia de la bolsa de Londres, tuvo su peor día del año y el precio del petróleo cayó, así como el del oro y el de otros importantes activos.
En lo que llevamos de año, la mayoría de los mercados de acciones acumulan ganancias. El Nasdaq por ejemplo ha subido un 19%, pero aunque es poco probable una sacudida, las ganancias generalizadas van a ser difíciles en un contexto de tan difícil crecimiento.
"Las grandes empresas con negocios fuera de Europa aún pueden tener buenos resultados, en particular en Asia, pero las empresas que cotizan en Europa de tamaño mediano y cuyos negocios son regionales o nacionales van a pasarlo mal", según Pope.
Fuente: bbc.co.uk
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